La decisión del Comité de Control y Disciplina de la UEFA contra el Mallorca es un atropello al fútbol y una falta de sensibilidad total por parte del organismo europeo. Platini y sus acólitos han decidido que el Mallorca no participe en la Europa League, honor que se había ganado en el campo, por culpa de su deuda económica y por estar en concurso de acreedores. Disputar una competición continental garantiza ingresos y posibilidad de crecimiento. Por eso resulta incomprensible que a un club con problemas se le retire esa posibilidad. Es como denegar el socorro a alguien que está a punto de ahogarse.
Pero concurren más hechos preocupantes en el caso flagrante del Mallorca. Es cierto que la entidad atraviesa dificultades económicas, pero éstas son achacables a las anteriores administraciones y no a la actual. Acaban de hacerse cargo del club personas de solvencia, dispuestas a jugarse su patrimonio y a pelear por salir de la situación.
El apellido Nadal, que es sinónimo de seriedad, está vinculado hoy en día al Mallorca. No sólo el gran Rafa, sino algunos de sus familiares directos como su padre o su tío Míguel Ángel, uno de los jugadores más importantes de la historia del club. Lo único que puede conseguir Platini con decisiones que como ésta es que la gente seria salga huyendo del fútbol. Y eso es un lujo que este deporte no se puede permitir.
Sólo queda agotar la vía judicial, aunque los organismos no deberían ser ajenos al movimiento popular. Castigar a una afición como la mallorquina no tiene precedentes. Que un equipo, tal y como estaba el año pasado, consiguiera un puesto europeo dice mucho de sus jugadores y de sus gentes. Quitárselo es una injusticia. Si alguien en la UEFA tuviera un mínimo de sensibilidad, se daría cuenta de que el equipo balear merece una oportunidad más que una paletada de tierra, que es lo que le acaban de echar.
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