No todo iban a ser penas esta
temporada. La pasada semana santa recibimos la visita de nuestros
hermanos de Colonia que en algo más de una treintena decidieron
pasar unos días en la isla y celebrar por anticipado el regreso de
su equipo a la máxima categoría del fútbol alemán. La cosa
prometía cuando la primera noticia que recibimos de los
expedicionarios era que iban a ser retenidos por la policía nada más
aterrizar su avión en Son Sant Joan por alguna travesura sin
importancia durante el trayecto. Afortunadamente no hubo mayores
incidentes durante su estancia en la que, por supuesto, disfrutaron
del Ballermann 6 y de la playa. El sábado, víspera del
Mallorca-Depor, organizaron una barbacoa y barrilada en el hotel en
el que se hospedaban a la que acudimos algunos mallorquinistas.
Posteriormente nos encaminamos al 47/11, un rincón de Colonia en la
Playa de Palma, y de allí partimos en corteo hasta el Bierkönig.
Algunos nos recogimos pronto porque ya estamos algo mayores y al día
siguiente tocaba hacer el papelón en Son Moix una vez más y
“disfrutar” del bochornoso espectáculo que nos ofrecen cada dos
domingos unos jugadores indolentes y unos policías con problemas
auditivos. Los alemanes, sin embargo, acabaron a altas horas y a buen
seguro alguno empalmó, pues el autocar que los llevaba al estadio
salía a las 9 de la mañana del hotel. Del partido, nada que
comentar, una vergüenza con todas sus letras y diéresis.
El lunes acudimos al santuario de Big
Ron, el mentado 47/11, para presenciar el ascenso, este año sí, del
Colonia ante el Bochum. Por desgracia, nuestras intenciones de
celebrarlo en tierras teutonas en un interesantísimo choque contra
el St Pauli se frustraron por diversos motivos. Y fue una pena,
porque ni el mismísimo Cass Pennant quiso perdérselo.
En resumen, damos desde aquí la
enhorabuena a todos los hinchas del Colonia y esperamos poder volver
a verlos pronto y degustar juntos esa maravilla llamada kölsch.