Hoy voy a recomendaros otra película. Como podéis deducir, últimamente paso recluído bastante de mi tiempo libre en casa viendo vídeos y leyendo libros atrasados. Debe ser por eso de la crisis, para no gastar mucho dinero. Aunque viendo las constantes subidas de la factura de la luz, no sé si realmente ahorro mucho.
Šišanje o Skinning, como prefiráis, es una película serbia de 2010 en la que se aborda una vez más el tema del adolescente que se integra en una banda de cabezas rapadas. Pero tiene algunas peculiaridades curiosas. El grupito en cuestión es, como resulta obligado en los Balcanes, seguidor de un club de fútbol cuyo presidente es Pufta, un mafioso (odio eterno a los propietarios de clubes de fútbol modernos) que además tiene sus "morenos" como Núñez (con lo que se introduce el tema de los hinchas vendidos a la directiva y los disidentes, ¿alusión velada a lo que ocurre en el Partizan?), pero en chungo (tiene tendencia a cortar las piernas de los jugadores, estamos hablando de Serbia al fin y al cabo, normal). Y como es lógico, el mafioso tiene también comprada a la policía que reprime a los calvos. Históricamente, en caso de duda, el culpable siempre ha sido el calvo.
Pero volvamos al protagonista, del que no recuerdo el nombre (ya sabéis que soy muy malo para eso), que es un estudiante brillante y muy inteligente. Y ésa es una de las cosas que me gustan, no se trata del típico chaval marginado, inadaptado, víctima de acoso escolar y traumatizado (la única concesión en este sentido es que es huérfano de madre, pero no se incide en ello como en This is England, es una circunstancia, nada más) al que manipulan unos siniestros y maquiavélicos conspiradores nazis que comen niños para desayunar. No es un adolescente que quiere integrarse para hacerse el chungo, es alguien con ideas propias, que es consecuente y se lo busca, no le ha manipulado nadie. De hecho, alguien que va contra la opinión mayoritaria de la sociedad no es precisamente un títere. En ese sentido me gusta cuando da su opinión sobre el "Mein kampf", que para cualquier demócrata bienpensante es poco menos que un lavado de cerebro en tinta y papel, un necronomicón del que hay que mantenerse alejado si no quieres contagiarte del virus nazi del odio y acabar poniendo bombas en la universidad, y que para nuestro protagonista, como para cualquiera que lo haya leído sin excesivo apasionamiento, no aporta mucho y es quizá un interesante documento histórico a la vez que un verdadero tochazo infumable.
Al chaval se la va la mano durante una borrachera y mata a un gitano que había ofendido a la damisela de sus desvelos. Pero lejos de acobardarse de las consecuencias de su acto, el tipo se envalentona y transforma el grupito de borrachos ideologizados (¿qué es si no cualquier banda de skins de barrio?) en un verdadero grupo terrorista.
Lo mejor de la película son sin duda las mujeres, tanto la chica nazi (polvo mítico) como la poli progre (Lidija, de ésta sí recuerdo el nombre). Eso sí, hay que verla con subtítulos, porque si no, corremos el riesgo de no enterarnos de detalles clave. Hay también algunas regresiones que pueden confundirnos al verla.
Una escena que me resulta interesante es cuando son invitados a un encuentro con la flor y nata del nacionalismo serbio. Me ha hecho recordar cuando íbamos a aquellas conferencias que hace años celebraban los gonellistas en hoteles.
Y una de esas moralejas que tanto me gustan a mi: si los ultras no existieran habría que inventarlos. Es curiosa la ambigua postura del Estado hacia los radicales. Aquí podríamos hablar de algo parecido, sólo que cambiando de acera.
En conjunto, al menos me resulta más realista que la mitificada (no sé por qué) Romper stomper o la esperpéntica Pariah. Recomendable 88%.