Hay una obsesión enfermiza entre el catalanismo insular por presentar a negritos que hablen catalán como una constatación de que su nacionalismo no se basa en errehaches sino en el frágil vínculo que supone hablar una llengua determinada. Por esa regla de tres, si tú, galletita que me estás leyendo, eres políglota y dominas el inglés, el mandarín o el quechua, podrías perfectamente solicitar la nacionalidad inglesa, china o peruana. Esa es la base del nacionalismo catalán, si hablas catalán, eres automáticamente catalán. Ya sé que hay un nacionalismo más étnico, incluso con derivaciones racistas, pero es marginal dentro de ese universo de estrellas rojas, melenas, gafas y alpargatas. Y el negrito es una suerte de mascota para esta ideología.
Su presencia se ha hecho más frecuente en sus manifestaciones que la de los xeremiers. El nacionalismo catalán, ferozmente jacobino y masónico pese a sus orígenes románticos, bebe por tanto de la doctrina francesa asimilacionista. El asimilacionismo consiste en considerar francés a quien hable francés y se integre plenamente en la cultura francesa. De este modo, podía darse la paradoja de que un bretón con raíces en Francia desde los tiempos de los celtas, podría no ser tan "francés" como un congoleño parisino. Eso daba lugar a situaciones esperpénticas, como en las escuelas de la Polinesia donde se enseñaba a los indígenas que sus antepasados eran galos y combatían a los romanos. Aquí nos meten a los castellers en cualquier celebración local como si fuera algo tradicional en la isla.
En Mallorca se da algo curioso, muy parecido al caso vasco en mi opinión. Sólo es mallorquín quien tiene raíces mallorquinas. Da lo mismo que hayas nacido en la isla y hables un perfecto mallorquín. Si tus apellidos no lo son, serás un forastero toda tu vida. De hecho, como algunos sabréis, hubo un apartheid no institucionalizado pero muy real a nivel popular hacia los descendientes de judíos relajados por la Inquisición pese a su conversión, a los que se marginó hasta bien entrado el siglo XX. Los chuetas no eran plenamente mallorquines según la mentalidad imperante en la isla.
Los catalanistas, ésos que montan un cirio si se dice "Palma de Mallorca" pero luego utilizan el redundante "Ciutadella de Menorca", quieren acabar con eso. A su manera, claro. Para ellos, cualquier catalanoparlante puede ser considerado mallorquín. O catalán de Mallorca, como decían antes de ponerse la careta del "mallorquinismo" y el "regionalismo". Y da lo mismo que no haya pisado la isla en su vida, los Països Catalans forman un todo.
Y así se da la paradoja de que un mallorquín castellanoparlante sea considerado "foraster" o "botifler", un mallorquín mallorquinoparlante y anticatalanista sea "gonella" o renegado, y un negrito hambriento de subvención (de algo hay que vivir) pase a ser automáticamente un catalán insular por participar en los cursillos para extranjeros de la asociación de turno.
Pero creo sinceramente que ésa no es la manera de fer pais, y eso vale para los nacionalistas de todo signo. El asimilacionismo fracasó como constató la pitada al himno francés en aquel famoso Francia-Argelia o con las quemas masivas de coches de las banlieus. También fracasó el multiculturalismo anglosajón, un apartheid refinado, buenrollista y políticamente correcto consistente en lo contrario, es decir, en no integrar a los pertenecientes a culturas ajenas, e incluso esforzarse por adaptarse a ellas (eso es lo que se hace ahora en Cataluña y también aquí en menor medida, publicando bandos municipales en árabe o urdu... ignorando el castellano, por supuesto), como no tuvo más remedio en admitir Cameron.
Pero eso no desanima a nuestros crispados catalanistas, y desde hace unos años es habitual ver a negritos de asociaciones de africanos, seguramente mantenidas con parte de las subvenciones de la Obra Catalanista Balear (algo así como sus subcontratas), con quienes nutren sus manifestaciones y diadas. Todavía piensan, creo yo que ingenuamente, que sus hijos se emocionarán escuchando La balanguera o Els segadors. Aunque pensándolo bien, la integración total se dará cuando piten himnos ajenos o tarareen los propios con un sonoro "loroló", costumbres muy arraigadas en esta piel de toro independientemente de la región en que hayamos nacido.
Supongo que los moritos y los panchitos no son muy aficionados a frecuentar esas demostraciones catalanistas, los primeros porque el bocata de sobrasada va contra su religión y los segundos porque hay poco alcohol en ellas. Pero yo creo que la verdadera razón es la de la foto. Los negrets dan más colorido y generan mayor impacto en la portada del periódico y en las imágenes televisivas. Ver a un negro defendiendo el catalán provoca en los asimilacionistas una sensación de triunfo y de estar en posesión de la verdad absoluta que sólo sería superada por el espectáculo de ver a un negro enfundarse una túnica de Gran Dragón del KKK.
Mallorquines de ´adopción´, en defensa del catalán
Registran un manifiesto en el Parlament en el que piden el voto en contra de la nueva ley de la función pública
Un grupo de unos 25 "mallorquines de adopción", según su propia definición, registró ayer en el Parlament un manifiesto a favor del catalán en el que emplaza a los grupos parlamentarios a votar en contra de la ley de modificación de la función pública, por la que el catalán pasará a ser un mérito, en lugar de un requisito, en el acceso a la administración.
Una decena de los firmantes acudieron para registrar su iniciativa hasta la Cámara balear, a cuyas puertas leyeron el manifiesto ante los medios de comunicación. Entre ellos se encuentran periodistas como Marisa Goñi, Ander Zurimendi, Rafel Gallego o Cristina Sánchez, sindicalistas como Pere Polo o el líder de UGT Balears, Lorenzo Bravo; artistas como Luca Bonadei o Abdulrahman Kazee Muchina, profesores, historiadores, filólogos o empresarios como Demetrio Peña, ya jubilado.
Todos ellos tienen en común haber nacido fuera de Mallorca y residir en la isla, en donde la lengua se ha convertido para ellos en un elemento para facilitar su integración. "Aspiramos a que el mallorquín sea la lengua común, de encuentro, de todos los ciudadanos de Mallorca, independientemente de los orígenes de cada uno", afirman en su manifiesto en el que muestras claramente su rechazo a la política lingüística del Govern.
"Ahora que los actuales gobernantes, espoleados por los sectores más intolerantes de esta sociedad, pretenden atacar o rebajar el estatus legal de la lengua propia de esta tierra, nosotros afirmamos que también nos sentimos atacados y rebajados", precisan. En este sentido, se preguntan por qué el Govern hace "tanto caso" a quienes viven "de espaldas a la lengua propia de la tierra que les acoge" y escucha más "a aquellas personas dominadas por sentimientos de miedo odio y exclusión" que a otras "con una actitud y una experiencia más positiva".
"Nosotros, que sí somos bilingües, no queremos que otros, que quizá no lo son, utilicen el bilingüismo como excusa para agredir a una lengua que también es nuestra lengua", afirman antes de denunciar la utilización del bilingüísmo para justificar la "desigualdad legal entre dos lenguas".