Mis queridas galletitas, os recomiendo que visitéis Series Pepito para disfrutar de Roma Criminal. Esta serie tiene de todo menos fútbol: conspiraciones, crímenes de toda clase, drogas, sexo y juego, mafiosos, espías, putas, terroristas, policías comunistas, policías no comunistas, comunistas no policías,... y unos gangsters que no dejan de ser personas, con sus grandezas y sus miserias, crueles y sensibles, nobles y traidores, violentos y soñadores, etc y etc.
Ambientada en la Italia de los años del plomo, Roma Criminal es la versión televisiva en serie de doce capítulos de la película Romanzo Criminale (2005) basada a su vez en la novela de Giancarlo di Cataldo traducida al español como Una novela criminal, que narra el ascenso y decadencia de la Banda de La Magliana, que dominó el crimen organizado de la capital italiana desde fines de los 70 hasta los 90 del siglo pasado.
Pero es que, como dice el tópico, la realidad supera a la ficción, y aunque en la serie aparecen reflejados en parte, las relaciones de la Banda con la extrema derecha, los servicios secretos de la SISMI, la masonería, los políticos y hasta el Vaticano, darían para muchos guiones.
El primer crimen de relevancia de la Banda de La Magliana fue el secuestro y asesinato de Massimiliano Grazioli Lante, duque de La Rovere, en noviembre de 1977. El dinero obtenido por el rescate fue reinvertido en actividades criminales. Actuaban como una organización horizontal, con células independientes trabajando por su cuenta en el tráfico de drogas, apuestas hípicas, prostitución, préstamos,... Los beneficios se dividían en partes iguales. Así comienza la trama que tal vez dé una sensación de ser algo precipitada para que no pierda ritmo, si es que una historia tan intensa puede perderlo en algún momento.
Tras esta fase de ascenso surgen las vinculaciones con la camorra y con los servicios secretos, a raíz del secuestro de Aldo Moro, para los que realizarían trabajos sucios. Y con la extrema derecha, con el psiquiatra y criminólogo Aldo Semerari en un principio, pero especialmente con los Nuclei Armati Rivoluzionari (NAR) a los que se relacionaría con la masacre de Bolonia de 1980. Mientras la Banda blanqueaba el dinero de los atracos de los NAR, éstos les hacían trabajitos de extorsión y transportes de droga. Ambos grupos compartían arsenal en unos sótanos del Ministerio de Salud.
Pero es que hubo mucho más. Y mejor, incluso. Se les relacionó con el asesinato del periodista Carmine Pecorelli quien descubrió los lazos entre la mafia y el primer ministro Giulio Andreotti, y con el de Roberto Calvi, "el banquero de Dios", vinculado asimismo con la logia masónica Propaganda Due (más conocida como P2, ¡cuántas novelas y películas podrían hacerse de la P2!) y el Vaticano. E incluso aparecen involucrados en un estrambótico y no aclarado suceso: la desaparición de la quinceañera Emmanuela Orlandi en 1983, supuestamente actuando de intermediarios para efectuar un canje por el terrorista Mehmet Ali Agca, quien atentó en 1981 contra Juan Pablo II. A estos episodios hay que añadir las luchas intestinas en los 80 y su decadencia ya entrados los 90 por las divisiones internas y la guerra con otras bandas criminales emergentes. "Roma no quiere reyes", como se recuerda varias veces en la serie. Y lo que no se sabe ni se sabrá...
En definitiva, ésta no es una historia más de matones, malas mujeres y policías. Las peripecias de la Banda de La Magliana no sólo dan para la anunciada segunda temporada, sino para muchas más.
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