BLOG DEDICADO A JAIME MARTORELL MIR




martes, 13 de abril de 2010

COLA


Tenía muchas ganas de leer esta novela de Irvine Welsh (el de Trainspotting, para los que no lo conozcáis) por los comentarios que había leído sobre ella. Y desde luego, no dudo que volveré a hacerlo en un futuro, cuando haya liquidado todas las lecturas que tengo pendientes. Sus más de 500 páginas no es que se me hayan hecho cortas, pues creo que el autor ha contado de sobra todo lo que debía contar, pero sí muy amenas y divertidas. Y también algo amargas y duras, pero agradables de todos modos. Engancha.
Trata de la vida de un grupo de amigos de gente "humilde, de barriada" de Edimburgo a lo largo de 30 años. La historia comienza en 1970 y salta a 1980, 1990, 2000, y finalmente 2002. El sexo, la familia, los colocones de campeonato, los amigos, los enemigos,... la evolución del país (y del mundo, en definitiva) y de la vida durante esas décadas desde el punto de vista de unos arrabaleros. Pero si por algo os la traigo aquí es por su ración de fútbol como una parte más de la vida de esos tipos (¡faltaría más!). Las peleas y el surgimiento y declive del casualismo aparecen muy bien tratados en el libro que, aparte de novela, podría ser considerado todo un tratado de historia social del Reino Unido y tal.
La habilidad que tiene Welsh para que sus historias parezcan genuinas es palpable en cada reflexión de los personajes, en cada anécdota. Seguro que hay mucho de vivencias personales en la narración. No es que te sientas identificado con los personajes (o sí) o que puedas relacionarlos con gente conocida (o sí). Pero desde luego resultan sumamente familiares, tan reales que, independientemente de que los hechos ocurran en Escocia, en Munich o donde sea, o por increíbles que parezcan, te acaban sonando de algo. Con tantas cosas en común entre los personajes, pero sobre todo con tantas diferencias que sólo se mantienen unidas por esa "cola" del título (Glue en el original), que puede ser el destino, las circunstancias,... pero que yo identifico con la amistad. Si el lector no ha vivido historias y situaciones parecidas, o si no ha sentido en alguna ocasión lo que experimentan los personajes, es que algo falla. El irreal sería el lector, en todo caso.
De hecho, hay un párrafo que no me resisto a reproducir aún a riesgo de infrigir leyes de derechos de autor (¡qué cojones!, encima de que lo hago con fines publicitarios...), y que a más de uno le recordará a cierto correligionario que curiosamente viste con los mismos colores del Hibernian, equipo de algunos de los protagonistas:
"Terry estaba harto del rumbo que tomaba la conversación: directamente hacia los relatos de casuals de Catarrh. Todos los demás ya los habían oído varias veces, pero eso nunca había detenido a Johnny. Sobre todo ahora, que tenía un nuevo oído que atorar en Kathryn. Terry se imaginó a Catarrh en su lecho de muerte, dentro de un montón de años. Estaría ahí tirado, con noventa años, marchito y con tubos colgándole. Una maruja sedada y titubeante, unos hijos y unos nietos preocupados con los oídos pegados a él para escuchar sus últimas palabras, roncas y sin aliento. Serían éstas: <<... y recuerdo aquella vez que estuvimos en Motherwell..., la temporada mil novecientos ochenta y ocho, ochenta y nueve, me parece..., íbamos una peña de unos trescientos..., aaagghhhh...>>"
..."echaos p'alante".
Una verdadera joya de la que tenemos la suerte de que se haya traducido al español. No dejéis de leerla, galletitas. Es la sal de la vida.

3 comentarios:

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