BLOG DEDICADO A JAIME MARTORELL MIR




domingo, 12 de agosto de 2012

ME ENCANTA EL OLOR A VÓMITO POR LA MAÑANA

Punta Ballena: paisaje tras la batalla

Cuando Calvià se empieza a despertar, la calle más conocida de Magaluf echa el cierre tras horas de fiesta continua. A partir de ahí, es el turno de una veintena de operarios de la empresa municipal de limpieza. Su tarea es titánica. 

IÑAKI MOURE. MAGALUF Las batallas siempre se llevan el protagonismo. A la historia pasan los monarcas que desde lejos ganaron la guerra, los generales que llevaron a sus tropas a la victoria, los lugares del combate y las tácticas militares. No se sabe nada (o se sabe poco) de lo que viene después de la batalla. Son cosas poco épicas, más de intendencia. Hay que enterrar a los muertos, cargar con los heridos, limpiar el terreno, reconstruir, volver a lo cotidiano. Los libros de historia no se ocupan de eso.
Cada noche, en Punta Ballena (Magaluf) no hay una batalla, es cierto, pero sí que por unas horas es la calle con la mayor concentración humana etílica en el municipio de Calvià y tal vez de Mallorca. La noche de Punta Ballena es ampliamente conocida por los numerosos reportajes que en las últimas décadas han mostrado los excesos, los disfraces, las borracheras, las go-gós, las broncas, los vómitos. Pero no se sabe tanto de lo que viene después, cuando cierran los bares y se apagan los neones. Ésta es una descripción del paisaje después de la batalla, del amanecer que viene tras el caos festivo.
Los irreductibles de la noche
Cuando pasan unos minutos de las seis de la mañana y el cielo empieza a clarear, en teoría, ya está. La noche ha acabado en Punta Ballena. Fin. Pero son muchos los que prolongan la fiesta. Se ve en las terrazas de las habitaciones de un hotel colindante, donde grupos de turistas hablan animadamente, mientras el recepcionista les mira preocupado, seguramente con la mente puesta en los peligros del ´balconing´.
Se ven jóvenes tambaleantes que quizá por casualidad acaben en su hotel, otros cantan balbuceando cosas que sólo ellos pueden entender, hay parejas que se entregan en los bancos al amor más íntimo y se producen conatos de pelea que no se sabe muy bien quién provocó. Y todo ello en unas calles donde las aceras y la calzada han sido sustituidas por una alfombra de desperdicios. Cristales rotos, restos de comida, cajas de pizza, latas, botellas de cerveza, vómitos. Así está la cosa, pues, cuando pasan unos minutos de las seis de la mañana.
"¡Igual que los Sanfermines!"
En ese momento, entra en escena Augusto Cuenca. Trabaja en Calvià 2000 y es el responsable de limpieza del sector Palmanova-Magaluf. A pesar de que tiene nombre de césar, bajo su mando no tiene un ejército imperial, sino una brigada compuesta por una media de 20 operarios y una decena de vehículos de limpieza. Cada día durante el verano, desde las 6.30 y hasta las 10, su misión es adecentar la calle. Tarea titánica."El otro día vi en la televisión un reportaje sobre la limpieza que se hace en Pamplona durante los Sanfermines. Y yo pensé: ´Vaya, pero si eso lo hacemos nosotros aquí cada día, ¡pero sin toros!", bromea. El volumen de residuos que se genera es tremendo. El mes pasado, recogieron una media de 1.663 kilos diarios de basura, casi el doble que en julio de 2011. El gerente de Calvià 2000, Joan Thomàs, dice que una de las posibles causas de este aumento son los envases de los take away, que han proliferado últimamente. Y esto es sólo lo que se coge del suelo. Hay que añadir lo que se recoge de las 80 papeleras de 110 litros de capacidad (repletas) existentes en la zona. "Y si pusiésemos mil papeleras, ¡también se llenarían!", dice el director de Medio Ambiente, Pedro García.
En las ´trincheras´
El reloj marca las 7.30, y un joven turista sin camiseta se dirige a Francisco Magdaleno y a su compañero, ambos operarios municipales que llevan un pequeño camión del que sale agua a presión para limpiar la acera. El joven turista ha tenido la idea poco aconsejable de ir andando descalzo por un pavimento que, cuando está sucio, se agarra a la suela. Y no precisamente por el calor del asfalto. "¿Me mojáis los pies?", les pide. A la hora que empieza el dispositivo de limpieza aún hay un buen número de jóvenes en la calle y eso es una complicación añadida. "Está claro que los borrachos son un fastidio. Si la calle estuviera despejada, sería más fácil", señala Francisco. ¿Qué hacer cuándo un borracho se pone pesado? "El secreto está en ignorarles", responde Augusto Cuenca. "Pues a mí no me vacila ningún ´guiri´. ¡Ya estoy acostumbrada a tratar con ellos!", cuenta Nuria. Ella forma parte del colectivo de las mujeres de la limpieza contratadas por los bares. Su horario empieza a las cinco de la mañana.
"Todos los días es igual", dice resignada, dando sentido a la idea de que los que limpian Punta Ballena recrean el mito de Sísifo, condenado cada día a subir una gran piedra a la cima de una montaña, condenado a repetir un gran esfuerzo en vano. Como el de limpiar a fondo sabiendo que al día siguiente estará igual de sucio.

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