Las galletitas viajeras reincidimos en Upton Park. Después de la agradable experiencia del año pasado, repetimos visita acompañados por un 3º en discordia, cuya presencia en Londres con nosotros había despertado la envidia de los que se habían quedado en la isla, y asimismo sus iras, por no poder compartir habitación con dicho personaje, muy bien considerado dentro de la escena mallorquina. Tal es así, que ha sido la única persona a la que "el primero de los primeros" ha invitado a una cerveza sin pedirle nada a cambio ni intentar endiñarle una chaqueta con forro escocés, ni nada semejante. Eso os dará una idea de las grandes expectativas que teníamos para dicho viaje, debido a la presencia del 3º en discordia en nuestra expedición a la Pérfida Albión.
Nos despertamos sobre las 9 de la mañana, ya que el concierto de ronquidos, regüeldos y otros ruidos intestinales hacían el ambiente irrespirable, y la opción de seguir en la cama no era acertada ni válida. Después de desperezarnos y asearnos mínimamente siguiendo las más elementales leyes que dicta el decoro, (no nos engañemos, que en Londres hace frío y no se suda) bajamos a desayunar el típico full english breakfast con el que afrontar con ciertas garantías el "duro" día de ingesta alcohólica que se nos avecinaba. Tal vez no fue una buena idea apretarnos un desayuno inglés, como iríamos comprobando a lo largo del día, pues aún teníamos los estómagos y los esfínteres algo delicados, debido a lo que, creemos, fue una intoxicación alimenticia producida por la ingesta masiva de productos del Burdel King la noche anterior, y que provocó en nuestros delicados estómagos, acostumbrados a la dieta mediterránea, una fuerte marejada con rachas de mar gruesa.
Tras desayunar y aligerar de nuevo el intestino grueso antes de salir (que conste que dejamos una generosa propina a la limpiadora de nuestra habitación, así como unos calzoncillos de Spiderman que quedaron algo inservibles, ya que la mujer se lo ganó a pulso), nos encaminamos a afrontar la jornada que se nos avecinaba. Como el partido era a las 17.20 hora local, horario extraño para ser Inglaterra, ya que allí se suele jugar entre la 13 y las 15 casi todos los partidos, decidimos acercarnos a la zona del Big Ben para que el 3º en discordia pudiera disfrutar de lo mas típico de Londres y hacer algo de turismo.
El hotel lo teníamos en Paddington, una bonita zona comercial y de ocio con edificios de corte victoriano y llena de hoteles, albergues, restaurantes y bares. Estaba bastante bien comunicado en metro con el centro y los sitios mas turísticos, ya que pasaban cuatro líneas principales de Londres y a escasos 15 minutos a pie estaban Hyde Park y Buckingham Palace. Pero debido a ese pichotismo que nos persigue y del que hacemos gala allá por donde vamos, ese fin de semana, JUSTAMENTE, había obras en el metro, por lo que tuvimos que dar un rodeo de 35 minutos para hacer un trayecto que en condiciones normales hubieran sido diez minutos escasos. Aun así, como llevábamos tiempo de sobra, nos lo tomamos con una sonrisa e hicimos nuestro el lema que repetía nuestro añorado Mr. Quely :"fiero di essere Pichote".
Después de las visitas de rigor al Big Ben, la Abadía de Güemmmister, el parlamento y la estatua de Churchill, abandonamos esa zona de Londres plagada, cómo no, de españoles, y nos encaminamos al East End, y no me refiero a Son Gotleu-ciudad sin ley.
Sobre las 13HH - (¡uy, casi!), nota de Señor Fontaneda- llegábamos a Upton Park y lo primero que hicimos al llegar fue dirigirnos a las taquillas del estadio para comprar las entradas. Las compramos en la misma zona que el año anterior, la Bobby Moore Upper, o "primera gradería de fondo sur" para entendernos, ya que las de la Bobby Moore Lower, o "fondo sur" para entendernos, estaban agotadas, ya que todo ese sector está ocupado por socios abonados. Aún así, como pudimos comprobar luego, eran unas magníficas ubicaciones, bastante centradas y con una visión del campo bastante buena. Si acaso, por poner un però, el precio, que para ser un partido de segunda era de 41 libras, unos 48€ al cambio.
Solventado el problema de las entradas, dimos rienda suelta a nuestra crapulencia consumista en la tienda del estadio, y de ahí sin mayor dilación, a beber, que dirían los Estirpe, a los bares de la Green Str. que ya conocíamos.
Había cierta ansiedad en nuestra expedición, ya que a las 20.00, hora española, se jugaba en la Piel de Toro el derby madrileño, y coincidía con el final del partido del WHU hora inglesa. Era una cosa que teníamos prevista antes del viaje, poder disfrutar del partido del WHU en vivo, y del derby en un pub con ambiente fumbolero, ya que era muy difícil, por no decir imposible, que ambos partidos coincidieran en el tiempo. Pero por esas cosas de la Federación Española o la LFP, que no te ponen los horarios hasta una semana antes y atendiendo antes a bastardos intereses televisivos que a los de interés general, habían programado el partido a las 20.00. Y por esas cosas nuestras del pichotismo que antes comenté, era el único puto horario de los 18 que ponen para primera división cada semana que no nos iba bien, por la imposibilidad de bajar a Londres a verlo, porque no daba tiempo. Así que confiamos en nuestra ¿suerte?, y esperamos que al menos en uno de los tres pubs de la zona aledaña al estadio lo emitieran.
Nos encaminamos primeramente al Duke of Edinburgh. Eran las 13.30 y ya se veía ambientillo. Nos tomamos las primeras pintas del día, comprobamos que allí NO darían luego el derby, y nos encaminamos al mítico Boleyn, situado al final de Green Str. En el Boleyn ya había un ambiente bastante aceptable, así que decidimos hacernos un sitio allí, cosa bastante complicada porque el local se pone hasta los topes, pero ayudados por el 3º en discordia y su capacidad innata para despertar ternura, conseguimos un lugar bastante cómodo para beber, charlar y disfrutar del ambiente.
En el Boleyn nos ocurrió la anécdota de la jornada. A escasos cinco metros de nosotros, acodados en la barra, había un grupito de cinco tíos, de los que podríamos decir sin temor a equivocarnos, que se han "pegao por fútbol", pero de verdad, "pegao, pegao". Y con unas edades que se podría decir que, aparte de pegarse por fútbol, alguno puede que hasta lo inventara. Unos hooligans de manual. De esos que si hubieran sido españoles y de U/S, hubieran calao a Tiger88-Antonio Salas-Manuel Carballal a la primera. De esos que buscas la palabara "hooligan inglés" en el diccionario, y sale la foto de alguno de ellos al lado de la definición. En definitiva, de esos que si te dicen que Slam es una marca hooligan, Slam es la marca hooligan por antonomasia
Pues a lo que iba, había uno de ellos, el que parecía el cabecilla, que era el alter ego de un conocido de la escena mallorquina, el "tronco" de allí para entendernos. Rapado, bomber negra de C&A o su equivalente inglés, jersey de pico, falto de dientes, y tatuajes,... muuuuuuuuchos tatuajes. Y sus compinches no se diferenciaban mucho de él. Pues bien, yo no sé si fue que nos oyó hablar, o que no le sonábamos de ser habituales, pero que el tío se nos acercó y empezó a hablarnos en un idioma extraño parecido al inglés. El tío acabó flipando con que tres españoles vinieran a ver al WHU, en segunda y de motu propio. Y no sé sí sería por las pintas que debía llevar encima (de cerveza, porque pintas llevaba ese hombre desde que nació) o más probablemente por la presencia del 3º en discordia, que despertó en él un sentimiento de ternura y sobreprotección, que nos invitaron a beber. Agradecidos, devolvimos el gesto y entablamos conversación en un inglés macarrónico, en parte debido al nivel etílico de los mendas y a nuestro conocimiento limitado del idioma de Shakespeare. Cuando la cosa estaba en su punto mas álgido, el "capo" recibió una llamada, colgó, y tras hacer un gesto a sus adláteres, se despidieron y salieron del Boleyn, perdiéndose en la bruma, dirección a la calle del M&M's, para no volver a verlos nunca más.
Pues a lo que iba, había uno de ellos, el que parecía el cabecilla, que era el alter ego de un conocido de la escena mallorquina, el "tronco" de allí para entendernos. Rapado, bomber negra de C&A o su equivalente inglés, jersey de pico, falto de dientes, y tatuajes,... muuuuuuuuchos tatuajes. Y sus compinches no se diferenciaban mucho de él. Pues bien, yo no sé si fue que nos oyó hablar, o que no le sonábamos de ser habituales, pero que el tío se nos acercó y empezó a hablarnos en un idioma extraño parecido al inglés. El tío acabó flipando con que tres españoles vinieran a ver al WHU, en segunda y de motu propio. Y no sé sí sería por las pintas que debía llevar encima (de cerveza, porque pintas llevaba ese hombre desde que nació) o más probablemente por la presencia del 3º en discordia, que despertó en él un sentimiento de ternura y sobreprotección, que nos invitaron a beber. Agradecidos, devolvimos el gesto y entablamos conversación en un inglés macarrónico, en parte debido al nivel etílico de los mendas y a nuestro conocimiento limitado del idioma de Shakespeare. Cuando la cosa estaba en su punto mas álgido, el "capo" recibió una llamada, colgó, y tras hacer un gesto a sus adláteres, se despidieron y salieron del Boleyn, perdiéndose en la bruma, dirección a la calle del M&M's, para no volver a verlos nunca más.
Aún estuvimos un rato más allí, y tras cerciorarnos de que TAMPOCO allí darían el derby capitalino, decidimos que era un buen momento para comer algo. Después de echar un vistazo a los puestos de comida que había diseminados por toda la calle , al lado de los puestos callejeros de ropa y bufandas que janolaban en su totalidad Green Str., comprendimos para desesperación de nuestros estómagos que ese día también nos íbamos a saltar la dieta. Decididos a dar una vuelta de tuerca más a nuestra descomposición estomacal, que arrastrábamos de la noche anterior, nos metimos en una pizzería-pollería de pakis. Pedimos la pizza grande, que vendría a ser como aquellas míticas que te daban en la pizzería Angela al comprar 12 latas de cerveza Klinsman. El caso es que los pakis nos miraban entre sorprendidos y divertidos, y uno se nos acercó con una ración de patatas y nos dijo que era regalo de la casa mientras esperábamos, agradecimos el detalle, aunque nos hizo mosquearnos más que un hijoputa en el día del padre, y el remate fue al ir a pedir la bebida, que también nos la regalaron. Eso nos hizo suponer que debían tener mala conciencia por la mierda de pizza que nos iban a endiñar, y nos mosqueó todavía más. Al final llegó la pizza, y he de reconocer que estaba mejor de lo que creíamos, aunque al acabarla reparamos en que el cartón donde había estado apoyada la base de la pizza se había vuelto traslúcido y veíamos el suelo a través suyo, lo que hizo que nos diéramos cuenta en ese momento de la bomba calórica que habíamos ingerido, y de lo desagradable que iba a ser para quien estuviera a nuestro lado en el momento de su expulsión via rectal, ya fuera en modo sólido o gaseoso.
Aplacada el hambre y después de vaciar las vejigas detrás de un contenedor, nos dirigimos al interior del campo. Accedimos sin mayor problema por los tornos, y se veía un gran ambiente a pesar de ser un partido de segunda. Tal vez el hecho de la buena marcha del equipo y de que visitaba Upton un equipo de la zona media-alta como el Derby County, hizo que la gente estuviera más animada. Tras rendir visita obligada al puesto de tiradores de Calsberg del vomitorio BU5 - Row V, accedimos a nuestras localidades. El 3º en discordia hizo buenas migas con la familia que había delante nuestra, especialmente con su púber hija, que se pasó todo el partido mirando a nuestro *** embelesada.
Gran ambiente, con el campo prácticamente lleno, y en la grada de enfrente presencia de unos 300 seguidores del Derby County, o rams ( "carneros" ), como son conocidos en Inglaterra. A la salida de ambos equipos desplegaron una bandera que cubría todo su sector, y la gente hammer recibio al equipo bufandas al viento y cantado el "Forever blowing bubbles" a pleno pulmón.
Del partido, poco que contar. Dominio de principio a fin del WHU y cómoda victoria por 3-0 que aupaba al equipo claret&blue a lo más alto de la clasificación. La animación bastante bien, mejor de lo que me esperaba por mi anterior experiencia, aunque sólo cantan 3 canciones:
-C'mon you irons ¡¡
-United, United¡¡
-Himno
Acabado el partido, nos despedimos de la simpática familia, con el padre con un cebollón de campeonato, y de su hijita, que nos dió su nombre para que la agregáramos a la red social que más factura en España, y a fe que en cuanto tuvimos oportunidad enviamos solicitud de amistad a la dulce Kelly R*********, que fue aceptada de inmediato.
Al salir del campo, pasamos por el Duncan's, pero allí tampoco daban la "liga fantástica", sino la versión inglesa de "Tú sí que vales", o "Mira quién baila" o alguna mierda de éstas, tenían puesto el Telahinco de allí, para entendernos.
Resignados a no ver el partido entre los que luchan como hermanos y las mocitas madrileñas, decidimos volver a la zona del hotel, donde seguimos con la brianza alcohólica, mientras comentábamos la jornada y comíamos como Dios manda por primera vez desde nuestra llegada a Londres, en un pub cercano al hotel, donde pasada la media noche vimos al fin un resumen del partido de marras.
Agradecer a A.A.G. y S.C.G los gratos momentos pasados en Londres y al Sr. Fontaneda la oportunidad de contarlo.
UP THE IRONS!
Dandy
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