Cuando la foto del pequeño Henrick Drescher dio la vuelta al mundo en 2002, poco imaginaba su protagonista las sorpresas que le tenía deparadas el destino. Aquel pequeño hooligan exaltado del Feyenoord iba a convertirse con el tiempo en jugador de su más odiado, a priori, rival futbolístico: el Ajax.
"La verdad es que me hice muy famoso" -rememora con una sonrisa. "Mi padre estaba orgulloso"- quien, por descontado, era también un fanático seguidor del club de Rotterdam. Su progenitor, de nombre Smedt, lo recuerda así: "aquella imagen se convirtió en un icono y yo no sabía muy bien qué sentía, pero supongo que sería algo parecido al orgullo de que tu hijo se convirtiera en una "estrella". Hoy todavía veo aquella foto por todos lados, si cobrara derechos de imagen por aquello estoy seguro de que ganaría más dinero que con el fútbol".
Sin embargo, el sueño de Henrick de jugar en las filas del equipo de sus amores se vio frustrado repetidas veces y, tras deambular por distintos clubes, finalmente recaló en los alevines del Ajax, cuyos ojeadores le descubrieron cuando militaba en el modesto Zaanse FC.
Henrick, el primero de pie por la derecha, vistiendo la camiseta del Ajax |
"Mi padre fue el primero en apoyarme. Él era un fanático hooligan del Feyenoord, pero quería que yo triunfara en el mundo del fútbol." Su padre confirma las palabras del vástago: "ésa era su gran oportunidad. ¡Creo que él tenía más reparos que yo en fichar por el Ajax! Cuando me llamaron desde Amsterdam pensé que era una broma, pero en seguida dije que sí, que adelante. Mi hijo quiere jugar al fútbol por encima de todo, y cuanto más alto llegue, mejor". A la pregunta de si sigue sintiendo algo por el Feyenoord, el joven defensa dice que sólo quiere que pierda "cuando yo juegue contra ellos". Su padre se pone un poco más serio: "supongo que sí, pero ya no es lo mismo. No me afectan tanto las derrotas como antes ni me alegro tanto por las victorias. Y desde luego, ni me planteo pegarme por unos colores. Lo mismo me pasa con el Ajax, llevo a los dos en el corazón aunque pueda parecer raro, aunque en los clásicos, por supuesto, quiero que gane mi equipo de toda la vida, al menos mientras Henrick no juegue en el primer equipo." "Ahora me debo al Ajax y es al que dedico todos mis esfuerzos" -prosigue el joven defensa, quien parece tener las ideas bien claras y cuya madurez no parece propia de alguien de su edad ni de alguien que parecía destilar tanto odio cuando era prácticamente un bebé. "El fútbol es mi pasión, es mi vida, y los equipos por los que pase serán etapas de mi vida. Nada más. Ahora lo veo así."
Artículo completo en Fútbol con palomitas
Grandisimo! Me la he tragado bien
ResponderEliminarSi te sirve de consuelo te diré que se la tragó hasta un colaborador de este blog jeje.
ResponderEliminarY a propósito, a nosotros también nos enorgullece que gente como tú se siga pasando por las pintas ;)
¡FELIZ AÑO!