Tuve conocimiento de esta película gracias al muy recomendable blog de Carles Viñas, quien en su día me defraudó por sus errores sobre la historia del movimiento ultra en Mallorca en una de sus obras. Algo comprensible, por otro lado, debido a la dificultad para investigarlo por la falta de documentación. Pero bueno, se lo perdoné porque me sacó en una foto a todo color.
La película narra las peripecias de una banda de jóvenes nacionalistas rusos, claramente inspirados en la subcultura de los liuberi, llamada Limpiadores. Limpiadores porque van depurando su ciudad de lo que ellos consideran roña (principalmente rockers y judíos).
Pero ocurre que el líder de la banda, Andrei, no tiene por lo visto una limpieza de sangre total (suele pasar) y descubre que su padre no es el héroe de guerra que le habían contado sino un músico judío enfermizo y vago que se mueve en un ambiente de depravación y degeneración racial y moral, como todos los titiriteros. Y claro, el conflicto de identidad está servido. Y un buen limpiador que se precie debe librar a su nación de todo tipo de suciedad. Aunque sea la paterna.
El argumento se basa en esa contradicción, y de fondo se entreve otra aparente contradicción que creo que es un tema de reflexión interesante, respecto a la idiosincrasia de un inmenso país como Rusia (y todo imperio, en definitiva) y cómo resulta algo paradójico defender la pureza racial al mismo tiempo que la gloria imperial.
La película en general es entretenida, aunque un poco rarilla. Porque es rusa, claro está. La verdad es que la pelea inicial (o batalla, más que pelea) entre los Limpiadores y unos motoristas a lo mad max es espectacular y está muy bien rodada. Destacaría una escena un poco absurda pero que me hace gracia, cuando en una crisis nerviosa a Andrei le da un majaruco en el metro y le da por sacar los huevos que lleva en una bolsa, que salen rodando por el suelo del vagón, y uno de los pasajeros va cogiendo algunos huevos como quien no quiere la cosa. El hombre, al menos, comería tortilla esa noche. La atmósfera es oscura y sucia, muy sucia. Y el wagneriano final con toques a lo Schwarzenegger resulta un poco ridículo, pero en general, la película se deja ver y ya os digo que a mí me entretuvo. No está mal. Aunque fue una suerte haberla visto con subtitulos en inglés, porque si no, no me hubiera enterado de nada.
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