BLOG DEDICADO A JAIME MARTORELL MIR




jueves, 6 de octubre de 2011

VERANO POLACO (II)


LEGIONISTA SOY


Como en el capítulo de "Football hooligans international" dedicado a Polonia el bueno de Danny Dyer no pudo entrevistarse con los hooligans de Varsovia, voy a levantarme el cuello de la chaqueta y a contaros algunas historias futboleras de la capital polaca que espero que sean de vuestro agrado.


En primer lugar debo decir que el Polonia fue el primer equipo de la ciudad al haber sido fundado en 1911. Por eso se dice que la gente de Varsovia de primera generación era de este club, y que de Legia es la gente que emigró a la capital. No sé hasta qué punto eso es cierto, pero está claro que el Legia es el amo y señor absoluto de Varsovia en la actualidad. De hecho, el Polonia probablemente quede reducido con el tiempo a una presencia testimonial, como la del Baleares en Palma, aunque con mucha más dignidad, por supuesto.


El estadio del Legia, rebautizado con el nombre de una marca de refrescos que me niego a nombrar, está situado en la parte sur del centro de la ciudad, cerca de la embajada española por cierto, en un complejo deportivo que cuenta también con distintos recintos como pista de hielo o cancha de tenis, pues el club tiene secciones de hockey patines, atletismo, tenis, baloncesto, gimnasia... Tuvo entre otras (no sé si aún la conserva) una de pentatlón, como es lógico en el club del ejército, ¡e incluso de vela! Y también tuvo una sección de speedway, que son unas carreras de motos muy populares en Polonia, que también arrastran hooligans, y que es uno de esos deportes, como el fútbol gaélico, que aquí sólo conocemos por el "Gillette world sport" ése que hacían hace unos años en Canal+.


En los alrededores hay hooligans las 24 horas del día, que se van turnando para hacer guardia y así evitar que niños pintores como los de Palma hagan travesuras. Allí se distingue muy claramente entre hooligans y ultras. "Hooligans" son, claro está, los que se pegan por fútbol. Y "ultras" los que dan colorido. Y "picnic" es como se llama a los domingueros. A mí, veterano mediterráneo que es uno, me llama la atención porque no concibo que haya ultras que no sean a su vez hooligans. Al igual que no concibo que haya casuals que tampoco lo sean. Pero bueno, supongo que las palabras van variando su significado y tal vez algún día acabe llamando "ultra" a cualquier asiduo de la Grada Jove, del mismo modo que algunos que aún no saben de qué va la cosa se empeñan en llamar "hooligan" a cualquier borracho inglés tatuado. Aunque yo creo que esa diferenciación hooligans-ultras es más bien de conceptos, seguro que hay más de uno que pone cartulinas por la mañana y se da de hostias por la tarde.
Pero bueno, volvamos a la escena en Varsovia, que es en lo que estábamos. Es curioso señalar que los hools de Legia tienen prácticamente el monopolio en la seguridad de los clubes nocturnos. Ello hace que las estrellas del equipo no puedan disfrutar plenamente de la noche varsoviana, pues frecuentemente son "aleccionados" por los porteros para que no se excedan en sus celebraciones nocturnas ni descuiden su estado físico. Supongo que, por contra, a los jugadores del Polonia no tendrán inconveniente en invitarles a unas consumiciones a cuenta de la casa...


Otra de las diferencias entre ambas aficiones es la musical. En Legia es frecuente la vinculación a la cultura hip hop y tienen bandas de rap (¡rap blanco, eso sí!), mientras que en el Polonia siguen más ligados a los sonidos tradicionales del oi! y el ska. Lo que me desilusionó bastante fue no presenciar ningún hardbass. Como podéis comprobar, el hardbass de Varsovia es bastante pobre. ¡Qué lástima!, se les ve tan jóvenes... Y qué recuerdos al ver ese vídeo del insti... como en clase de catalán con cierto inolvidable profesor... 




Para presenciar los partidos, actualmente es necesario dar los datos previamente para sacarse una tarjeta y poder adquirir la entrada. De cara a la Eurocopa hay bastante represión (mucha policía secreta, cárcel por encender bengalas,...), pero yo creo que es algo normal en un país con tanto hooliganismo, y no es en absoluto desproporcionado como en España, siempre bajo mi humilde opinión. Además, los partidos de derechas no suelen meterse en estos temas, pues saben que una parte muy importante de su electorado y de  sus bases es habitual de las gradas. Durante mi estancia, incluso, unos senadores de la extrema derecha pidieron el indulto para uno de los líderes de la hinchada del Legia, actualmente encarcelado por actividades ilícitas.


Una historia curiosa relacionada con el tema de la represión es cómo a finales de los 80 y en la década de los 90 se pusieron de moda las chaquetas del Ejército Británico con forro reflectante. Y se pusieron de moda porque al ser grabados los hinchas con el sistema VHS, los colores del forro se difuminaban en la imagen y hacían que los hooligans prácticamente fueran imposibles de identificar. Así que el gobierno intentó prohibir el uso de estas prendas, medida que fue recurrida por todas las hinchadas unidas y que tuvo que retirarse finalmente por ser anticonstitucional. Pero luego vinieron las cámaras digitales y las chaquetas perdieron su "glamour"...


Ya que estamos con la moda, está claro que el casualismo no ha llegado a Polonia, aunque me llamó la atención la existencia de un grupo en el Legia llamado Elegant Boys, que van con traje y corbata.


Pero el resto es más propenso a la sudadera con capucha y a la ropa deportiva.  Un poco de publicidad gratuíta y desinteresada. De nada.


También sigue presente la estética skinhead. Tirantes blancos y negros, los rojos son cosa de nazis y alemanes como los del Ruch. En Varsovia no hay redskins (¿qué es eso de "pieles rojas"?), pero sí SHARP y skins cristianos. Volviendo al casualismo, incluso fui aconsejado en vestir de otra manera si finalmente acudo a la Eurocopa, más a lo "Paquito chocolatero" (los españoles no están mal vistos gracias al Generalísimo y a nuestro nulo historial de incidentes con la Selección), pues podrían confundirme con un inglés y tener problemas. Pero de eso nada. ¡Casualismo hasta la muerte! Y nunca mejor dicho. Aunque pensándolo bien, tampoco está mal eso de lucir con orgullo los colores patrios...

El 1 de septiembre tuvo lugar el homenaje a Kazimierz Deyna,
un símbolo para Legia adorado por sus hinchas.

La hinchada del Legia también tiene su Tomeu Terrasa, en este caso se trata de Adam Michnik (aunque su nombre real es Aaron Szechter) dueño del periódico Gazeta Wyborcza y cuyos  padre y hermano fueron jueces en la época comunista y sentenciaron a muerte a muchos opositores, condición que se le recuerda a menudo.  También tienen su Vicente Grande, el magnate de la comunicación Mariusz Walter, propietario del club y curiosamente también excomunista y de raíces hebraicas, al que también estuvieron enfrentados aunque parece que últimamente las cosas están más calmadas tras la marcha del anterior presidente (que sería su Biel Cerdá) y la creación de la nueva grada de animación, la Zyleta (la "Cuchilla", que sería su Grada Jove, aunque las comparaciones sean odiosas).

En fin, hay otras historias futboleras sobre las que no debo profundizar y con las que no os aburriré más, como las chicas que pelean codo a codo con sus hombres, la forma de organizarse y distribuírse en las quedadas, o las historias de infiltrados en el grupo rival. Pero infiltraciones de verdad, "profesionales", no como esos guarretes que dicen que van a Son Moix de incógnito... Un verdadero... enigma.

El estadio construido en Varsovia para la Eurocopa intenta recrear la forma de una típica cesta polaca.
Lo curioso es que pese a ser el Legia mi principal motivo de interés futbolístico, el primer estadio que visité en Varsovia fue el del Polonia. Y de hecho, fue una situación bastante tensa, tras haber consumido gran cantidad de cerveza en distintos pubs frecuentados por gente del club decano de Varsovia. El primero de ellos fue uno situado en un callejón del centro de la ciudad frecuentado por punks y skins hace algún tiempo. Las cosas acabaron de mala manera y un punkie murió tras un ataque skin por un cóctel molotov. Como podéis ver en la foto, aún se puede apreciar parte de la pared calcinada.


Luego nos dirigimos al barrio del Polonia. Me vais a perdonar, pero no recuerdo cómo se llama. En ese barrio todo el mundo es seguidor de ese club, no hay disidencia posible. Bueno, todo el mundo menos uno de mis cicerones que vive allí, aunque en su descargo debo decir que es de fuera de Varsovia.


Con el cebollón en un pub cercano pusimos rumbo al estadio, que estaba a unos 50 metros. He de señalar que no hay bares propiamente del Polonia o del Legia. Sí hay bares frecuentados por los hinchas, lógicamente, según estén ubicados cerca del estadio o en una u otra zona de la ciudad, pero ninguno exhibe simbología de ningún club ni hay peñas para evitar ataques y las iras de los hinchas rivales. El caso es que fuimos al estadio (que, por cierto, es de estilo inglés, de estilo clásico y muy elegante, me gustó mucho) para hacer unas fotos y al vernos llegar, el segurata (un tipo enorme y curtido vestido al estilo paramilitar) nos dijo que por favor nos fuéramos, que no quería provocaciones, mientras mis compañeros le decían que sólo era un turista español que quería hacerse unas fotos y tal. Al final aceptó a regañadientes e incluso puso paz cuando uno de los hinchas del Polonia salió del bar del estadio para pedir explicaciones sobre qué hacían allí tres tipos del Legia.


Hechas las fotos para el blog (para que veáis lo que me arriesgo por mis galletitas), nos fuimos del lugar echando algún vistazo a nuestras espaldas. Nada más salir, un coche de policía con dos agentes nos paró. Entonces sí que empecé a preocuparme, yo sin entender nada de polaco y sin documentación. Afortunadamente los policías tenían bastantes menos ganas de lío que nosotros y se fueron tras intercambiar algunas impresiones con mis amigos. Muy majos, la verdad. Ante la posibilidad de que algunos hooligans locales hubieran salido del pub en coches para buscarnos, optamos por pillar un taxi y largarnos de allí.
Por cierto, que esa noche se dio la situación más surrealista de mi viaje cuando acabamos en casa de una familia gitana donde pude comer pierogi y codillo y donde, debido a mi lamentable estado etílico, incluso me arranqué a cantar "Bésame mucho" con un viejo gitano a la guitarra.



NOTA: Creo que me he ganado alguna enemistad en Zaragoza, así que antes de que haya que lamentar alguna desgracia, aviso de que esta amistad con Legia es algo personal (aunque transferible) y de que NINGÚN GRUPO O PEÑA DEL RCD MALLORCA ESTÁN RELACIONADOS CON EL LEGIA DE VARSOVIA. Creo necesaria esta puntualización aunque en el pasado me pareciera haber visto banderas de Legia en La Romareda. Tal vez fueran robadas. O tal vez lo soñara, que yo sueño cosas muy raras.


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