Cuando nuestros gute freunde de Colonia nos invitaron a ir con ellos al concierto que Kevin Russell iba a dar en Oberhausen, con motivo de su retorno a los escenarios tras unos años fuera de la circulación por un tema que no hace falta recordar, ¿verdad?, sencillamente no podíamos negarnos; y tras comprobar la disponibilidad de conexiones directas inmejorables entre la isla y la ciudad alemana y su económico precio gracias a Ryanair, sólo nos quedaba comprar los pasajes y esperar ansiosos el fin de semana en cuestión. Por cierto, voy a aprovechar para romper una lanza a favor de Ryanair, a la que desde la prensa siempre están dando caña. Vamos a ver, cuando uno viaja en esa aerolínea sabe a lo que se expone. Sabe que va a subirse en un mercadillo volante y que renuncia a ciertos derechos como consumidor. Pero no nos engañemos. Ryanair hace exactamente lo mismo que hacen otras compañías de bajo coste y no tan bajo. Sólo que más barato. Y si otras aerolíneas se quejan de la competencia desleal, que se metan luego por el culo sus discursitos sobre el mercado libre, la libre competencia, y tal y pascual. Si hiciera una crónica de las veces que me he sentido estafado y ninguneado por Iberia... Tal vez si Ryanair se gastara más en publicitarse en los medios de masas tendría mejor prensa. Y tal vez si Air Europa, por poner un ejemplo, dejara de hacerlo con Paz Vega, Messi, Jorge Lorenzo y Alejandro Sanz (no se salva ni uno, no sé quién es peor), en lugar de arrebatarnos el mísero sandwich y el zumo de tomate, tendría más clientes.
Hay que añadir que unas semanas antes tuvimos el placer de recibir a nuestros amigos colonienses en su primer viaje de la temporada veraniega a la isla, en el que pudieron "disfrutar" de dos bochornosas derrotas del filial y del primer equipo del RCD Mallorca.
Hay que añadir que unas semanas antes tuvimos el placer de recibir a nuestros amigos colonienses en su primer viaje de la temporada veraniega a la isla, en el que pudieron "disfrutar" de dos bochornosas derrotas del filial y del primer equipo del RCD Mallorca.
Así pues, llegamos en una mañana de sábado fresquita a la ciudad alemana, aunque el clima que nos acompañó el fin de semana fue excelente, primaveral y soleado, más cálido incluso que el que disfrutábamos esos días en Mallorca. Dicen que en la región de Colonia hay un microclima. En el aeropuerto nos esperaban dos de nuestros anfitriones. Aprovechando que la ciudad deportiva del FC Colonia estaba de camino, paramos un rato para ver el entrenamiento del equipo y hacer las primeras compras en la tienda oficial del club.
Eso sí, los precios eran algo elevados para bolsillos españoles. Pero rebuscando se podía encontrar algo interesante. Servidor adquirió un polo con el escudo de la cabra y de Colonia, y con letras al estilo de la hortera marca Camp David que llevan todos los alemanes. Y como siempre, me llamó la atención la cantidad de cachivaches que se comercializan con el escudo de un club de fútbol. En casa de nuestro amigo D cayeron las primeras cervezas y tentempiés, entre los que pude deleitarme con el mett, esa carne picada cruda que comen los alemanes, más sabrosa y refinada que la que suelo comer en El Arenal.
Tras reponer fuerzas, tocaba visita turística por el centro. Estábamos en la zona universitaria y para ello debíamos coger la línea 18 de tranvía, la que va a Estambul, como dice la veraniega canción, ya que finaliza en una zona con mucha inmigración turca.
Es curioso, si alguien hiciera aquí una canción jocosa diciendo algo así como "vamos a bajarnos al moro a Lavapiés", seguro que saldrían movimientos contra la intolerancia, sos racismos y pesoes varios quejándose. Hemos conseguido estar más acomplejados que los alemanes, lo cual tiene mérito.
En el centro, interesantes tiendas de ropa con algunas marcas clásicas, una tienda oficial del club ¡dentro de un C&A!, la catedral en la que no pudimos ver la tumba de los Reyes Magos al haber un concierto coral, y un puente en el que los enamorados van colgando candados, como hacen en otros tantos de otros lugares.
En el centro, interesantes tiendas de ropa con algunas marcas clásicas, una tienda oficial del club ¡dentro de un C&A!, la catedral en la que no pudimos ver la tumba de los Reyes Magos al haber un concierto coral, y un puente en el que los enamorados van colgando candados, como hacen en otros tantos de otros lugares.
Por cierto, ¿os suena la cervecería del fondo de la siguiente foto? Pues seguro que la habéis visto. Revisad vuestros vídeos de The Real Football Factories (¿o era en Football Hooligans International?, en cualquier caso era en un trocito en el que hablaban de hools germanos) con el entrañable y algo aprensivo Danny Dyer.
Pero nosotros fuimos a refrescar los gaznates a otra, en una terraza al lado del río. Había muchísima gente por todos lados paseando, tomando algo y disfrutando de la tarde de sábado. La cerveza típica allí es la kölsch. Es una cerveza suave que entra mejor que otras alemanas. Se suele servir en pequeños vasos de tubo (no es mi recipiente preferido, pero hay que respetar las costumbres locales) que se insertan en una especie de cestas que usan los camareros como bandejas, ya sabéis la manía alemana de uniformizar y estandarizarlo todo. Es algo cara, aunque también hay que añadir que estábamos en una zona turística. En general todo es un pelín más caro que en Mallorca. Pero lo cierto es que nosotros sólo pagábamos cuando conseguíamos despistar a nuestros amigos, que se empeñaban en invitarnos una y otra vez. Esperamos poder devolverles el buen trato recibido cuando nos visiten nuevamente.
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