BLOG DEDICADO A JAIME MARTORELL MIR




domingo, 1 de abril de 2012

CRÓNICAS POLACAS (I)

MARTES: GASEADOS

En 13 y martes ni te cases ni te embarques. En ocasiones el refranero español da en el clavo de un modo que da hasta miedo. Y es que este viaje empezó gafado desde un principio, cuando hicimos las reservas en Spanair para ir y volver a El Prat, aeropuerto desde el que salía nuestro vuelo a Varsovia. Afortunadamente pudimos cambiarlo con tiempo por sendos vuelos de Air Europa. Pero si bien recomendaros no viajar con Spanair sería una innecesaria obviedad, recomendaros no viajar con Air Europa sí sería un consejo que me deberíais agradecer, galletitas estimadas. Y es que resulta que mi compañero en este viaje no viajó conmigo desde Palma hasta Barcelona como yo pensaba, circunstancia que supe cuando mi estimado idem quiso facturar en Barcelona a la vuelta y le hicieron comprar otro billete alegando que no había viajado en Air Europa el día 13 y martes, y como su billete era de ida y vuelta, quedaba automáticamente anulado. Eso sí que es pasar desapercibido. Lo más curioso fue la actitud del empleado de Air Europa que decía que el sistema informático de su compañía aérea era perfecto y no podía tratarse de un error. Vamos, que los que debíamos estar en un error éramos nosotros y no su sistema (el sistema es perfecto), o bien que estábamos mintiendo como bellacos, que era más o menos lo que nos estaba soltando a la cara. Así pues, en ese momento y tras mucho reflexionar sobre tal circunstancia, sólo pude barajar tres opciones:

·Opción A: el sistema informático de Air Europa, lejos de ser perfecto como defendía su leal empleado, es una puta mierda pues deja que embarque gente sin registrarlo.

·Opción B: estuve viajando con un amigo imaginario en un delirio tipo "El club de la lucha".

·Opción C: mi acompañante puso en práctica con éxito una elaborada y efectiva manera de eludir controles policiales para poder viajar por Europa, presumiblemente de cara a la próxima Eurocopa que tendrá lugar precisamente en Polonia y en Ucrania.

Cualquiera de las tres opciones resulta inverosímil a priori, pero son las únicas con las que he podido especular tras darle muchas vueltas a la cabeza.
Pero volviendo a la ida, el vuelo hacia Barcelona se retrasó debido a una espesa niebla, y eso nos venía pero que muy mal, pues íbamos muy justos de tiempo y además debíamos cambiar de terminal. Durante unos minutos que se me hicieron Eternos (Español) pensé que se iban a frustrar nuestros planes y no volaríamos a Varsovia. Pero afortunadamente salimos con tiempo y en un golpe de suerte, a la llegada no nos esperaba una jardinera sino que saldríamos por finger. Gracias a esa circunstancia pudimos coger el vuelo para Polonia con relativa calma. Y a la vuelta he de señalar que tuvimos otro golpe de suerte, y es que el sindicato Solidaridad había convocado una huelga en el aeropuerto de Varsovia, pero al salir nuestro vuelo el primero (de madrugada) no nos afectó, pues allí las huelgas comienzan de buena mañana con el estómago lleno después del desayuno. De modo que haciendo balance, pudimos considerarnos afortunados dentro de lo que cabe.
Al llegar a la capital polaca experimentamos una extraña sensación de desamparo pues no vimos a nuestros anfitriones y sí una comitiva de rabinos que nos hizo pensar en algún tipo de broma pesada. Pero no, nuestros amigos venían con cierto retraso y cuando llegaron nos agasajaron con unas bufandas anti KSP y una botella de vodka como mandan los cánones. Al ver la reunión de tipos de negro con sombrero, mechones largos y barba, se sorprendieron tanto como nosotros.
Una vez en el coche que nos debía llevar al centro de la ciudad y más allá, lo primero que hicimos fue poner rumbo al estadio para dar nuestros datos y sacarnos la fan card, necesaria para comprar las entradas, que además vienen personalizadas, lo cual tiene su gracia aunque también el inconveniente de no poder cedérsela a otra persona. Evidentemente la fan card es un trámite burocrático y un elemento de control más de este asqueroso fútbol moderno, pero para mí supone un orgullo que mi cara y mi nombre figuren en una tarjeta con el escudo del Legia, aunque no sea el que tocaría.

Una vez solucionado lo más importante, fuimos al hotel para registrarnos y tras ello comenzó una sucesión de cervezas que se iniciaría en un bar cercano al hotel. Lo que en principio iba a ser un par de birras para aguantar hasta casa de nuestro amigo M se convirtió en la continuación de un extraño martes y 13. Y es que mientras estábamos en la barra se nos acercó un borrachín diciéndonos que había un español en su mesa. Español y Espanyol, pues resulta que el tipo era perico. Y claro, inmediatamente sacamos conclusiones precipitadas sobre si era integrante de algún grupo de La Curva, conclusiones que se vieron confirmadas cuando nos dijo que no, que él era un comepipas. Y todos sabemos que el término "comepipas" sólo se usa en los ambientes ultras, aparte de que por edad seguro que no era de los que se fuman el puro en tribuna. Así que comenzamos a hablar con él, que empezó a llamarme "toquero" y a decir que yo era vasco por mi acento y que le daba repelús la bandera española con el águila de San Juan. Total, que al final se unió a la fiesta dejando colgadas a dos periquitas con las que había quedado (luego supimos que una de ellas voló, no pasa nada, eso nos ha pasado a más de uno, gajes del oficio de borracho futbolero, cosa que, por cierto, nunca hubiera hecho un comepipas genuíno, dicho sea de paso), no sin antes reclamar la presencia de un "elefante rosa". Elefante no había, pero sí un vejete que decía que una vez se había tomado un vodka con el carismático ídolo del Legia Deyna, razón por la cual se convirtió en la estrella del bar por un día y  anécdota que le encumbra a la inmortalidad cibernética desde este humilde blog.
Tras alguna cerveza más y un jamón (o algo que nos dijeron que era jamón) poco hecho que devoré con ansia (también devoré el de mi acompañante, que no se veía capaz de probar las excelencias de la gastronomía polaca), nos metimos de este modo seis en un coche, agachándose alguno cuando veíamos policía en la carretera, y pusimos rumbo a ninguna parte, consumiendo una cerveza tras otra y cantando canciones about Carson (wanker), about Legia y about Mallorca, testimonio sonoro de nuestro elevado grado alcohólico.
Poco a poco nos íbamos alejando del centro de la ciudad, lo que provocó cierto nerviosismo en el perico, que expuso su teoría de que íbamos a ser víctimas de una red de tráfico de órganos. Tras ir a casa de nuestro amigo M y saludar a su familia, seguimos la marcha cervezas en mano, y tras un frustrado intento de obtener perico, pues el perico y mi acompañante estaban interesados en ello, y tras una patada voladora al perico por parte de nuestro amigo M (al que se le metió en la cabeza que el perico era policía) y que afortunadamente nuestro compatriota pudo esquivar, dejamos el coche y empezamos a coger autobuses sin pagar, siguiendo con nuestros cánticos. Nuestro destino era un pub de reggae que estaba en medio de la nada y donde nos iban a presentar a dos chicas. Y allí la cosa se iba a complicar.
Se ve que entramos cantando y al segurata del garito aquello no le gustó, el caso es que lo de las chicas fue un "hola y adiós", o un "hola a secas", mejor dicho, porque no nos dio tiempo a despedirnos. Y es que de repente vinieron tres seguratas que nos iban a dar a probar la especialidad de la casa: palo con sifón.



Tras una breve discusión, uno de ellos nos roció con gas pimienta, y entre empujones y gritos, uno de nuestros amigos se les encaró, lo que provocó que le dieran entre tres un palizón. Servidor, que había logrado salir indemne del primer ataque químico, separó al apaleado de los gorilas, tras lo cual uno de los muy cabrones nos volvió a atacar con el spray, y esta vez nos pilló de lleno a los dos, con el agravante de que nuestro amigo tenía la cara ensangrentada por la paliza y le dio de lleno en la herida abierta, lo que le hizo reacción, razón por la cual comenzó a retorcerse de dolor y a pasarlo realmente mal.
Tras llamar a una ambulancia que tardó una eternidad en venir, haciéndolo finalmente acompañada de un coche de la policía, estuvimos atendiendo a nuestro colega lo mejor que podíamos para que no se mareara, la mayoría medio cegados, tosiendo y vomitando por la puta mierda esa que nos echaron. Al rato vinieron tres tipos grandes no sé de dónde, con los que se puso a hablar M. El perico desertó y decidió irse al hotel en taxi mientras nosotros fuimos al hospital en bus. A mí me volvió a entrar la pimienta en los ojos un rato después y estuve unos minutos andando a ciegas del hombro de M. Al día siguiente todavía notaba el picor en mis ojos y mi cuello y conservaba la sangre de nuestro héroe en la chaqueta. Afortunadamente, al poco de llegar al hospital, nuestro amigo salió sonriendo de Urgencias y todo quedó en un susto. Por supuesto el bar en cuestión se ha ganado un puesto en nuestra lista de bares para olvidar.
Algo extenuados por la bienvenida al estilo polaco y por el largo viaje, cogimos rumbo al hotel para descansar. Un martes y 13 que hizo honor a su nombre.

3 comentarios:

  1. http://youtu.be/ttGj29kW77M

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  2. El documento sonoro tela. Preludio del final posterior que debió ser de aupa. ¿Que tal el hospital polaco?

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  3. Pues no sé cómo será el hospital por dentro porque no llegué a entrar, nos quedamos esperando fuera, era de noche y todo estaba muy tranquilo, pero debieron tratar bien (y con celeridad, comparado con el rato que estuvimos esperando a la ambulancia) a nuestro amigo porque después de haberlo visto retorciéndose de dolor, salió como digo con una sonrisa de oreja a oreja...

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