BLOG DEDICADO A JAIME MARTORELL MIR




jueves, 25 de septiembre de 2014

PEÑULTRAS


Con la llegada de las llamadas "gradas de animación" estamos asistiendo a un extraño híbrido que no sé bien cómo clasificar. Se trata de hinchas que no se comportan como los tradicionales peñistas pero que tampoco llegan a ser ultras. No utilizan nombres belicosos ni un vestuario ultra tradicional, de hecho se suelen agrupar en peñas oficiales, pero sí hacen uso de violencia verbal con tintes pseudopolíticos en muchos casos, (especialmente en foros de internet o en ausencia de hinchas rivales o, de haberlos, custodiados convenientemente por los cuerpos de seguridad) así como de ciertos elementos estéticos del mundo ultra.
De modo que podemos ver pancartas de peñas con cruces de San Jorge (muchas veces manteniendo los colores rojo y blanco pese a no ser los del club en cuestión), laureles, grafías clásicas sobre fondo negro utilizadas en el mundo ultra (que curiosamente pasaron a éste de los ambientes underground del neofascismo francés de los 60 y 70), etc. Por supuesto que nadie tiene la exclusiva de los mismos, y no veo mal que las apolilladas peñas vayan renovándose un poco adoptando un carácter más... ¿radical? No me parece mal y ya me he pronunciado en ese sentido. Pero sí me llama la atención la actitud de ciertos hinchas que van de provocadores y chungos para unas cosas y que se quitan de en medio a las primeras de cambio si hay lío autocalificándose como "hinchas normales" y renegando de ser ultras.
Me llama la atención que el presidente de una peña haga un comunicado para aclarar que unos hinchas rivales le han robado una pancarta furtivamente, de un tirón y sin mediar violencia. Para empezar, si de verdad son peñistas seguramente les habría molestado que se la quitaran, naturalmente, pero no les importaría lo que se hablara en un foro de ultras ni irían redactando comunicados recalcando la forma supuestamente deshonrosa en que se lo hicieron, aunque creo que lo deshonroso hubiera sido hacerlo con violencia, pues agredir a peñistas está muy mal visto entre hooligans. Seguramente de ser ése el caso hubieran escrito otro comunicado denunciando la violencia usada contra unos simples peñistas. Eso sí, con mucho gracejo andaluz y sentido del humor.
También me llama la atención que, también con mucho sentido del humor aunque más mesetario (en esta España de pandereta todo el mundo es la monda, así nos va) unos puretas lleven pelucones y exhiban una pancarta que parece sacada de un fondo ultra de los años 90. Ojo, que lo de las pelucas no significa nada, recuerdo haber leído sobre una banda de hooligans que las llevaban (no recuerdo de qué equipo, seguro que algún lector lo sabe) pero no creo que sea el caso. Y en todo caso, me parece ridículo que un cincuentón vaya por ahí haciéndose el gracioso con un pelucón. Seamos serios, eso podía tener gracia en la posguerra, pero ahora es ridículo. Pero a lo que iba, ¿tan difícil resulta innovar, crear algo nuevo? ¿Necesitan plagiar los mismos elementos estéticos (y no me refiero a las pelucas) que se han usado durante años en los fondos ultras?
50% peñistas, 50% ultras, 0% originales.

sábado, 6 de septiembre de 2014

TERRY BUTCHER

Terence Ian Butcher, conocido como Terry Butcher, nació en Singapur, destino exótico para un hombre como él. Terry era un jugador con 1,93 de altura, rudo y con cara de pocos amigos, en pocas palabras, era un muro difícil de romper. Fue un jugador clave en la selección de los “Pross”, por su juego rústico. Y lo pusieron como defensa indiscutible para clasificarse para el mundial de Italia.
Tal día como hoy hace 25 años, Inglaterra se jugaba la clasificación en la "final" contra Suecia quedando empate a cero, en gran parte gracias a la participación de Terry, que acabó con otro color. Todo pasó tras un choque de cabezas con el jugador nórdico, Ekstrom, cabezazo que le causó a Terry un corte de consideración. A pesar de tener este accidente decidió que le aplicasen siete puntos en su brecha y un vendaje en la herida. Los suecos seguían colgando balones largos, cosa que obligaba a Butcher a despejar con la cabeza, lo que provocó que la sangre se filtrara desde su frente hasta la elástica blanca. Cuando acabó el partido, dijo que le tendrían que haber matado para sacarle del terreno de juego.
Jugó en el Ipswich Town, Rangers FC de Glasgow, Coventry City, Sunderland AFC y acabó su carrera de futbolista en el Clydebank FC. Actualmente es entrenador del equipo escocés Iverness FC.

Larga vida a Butcher.  
Drunken Devil

lunes, 4 de agosto de 2014

70 LAT

Para conmemorar el Alzamiento de Varsovia  de 1944 contra las tropas de ocupación alemanas durante la II Guerra Mundial, cada 1 de agosto la capital polaca se paraliza durante un minuto tras el sonido de una sirena. En esta ocasión los ultras del Legia lo han acompañado entonando el himno polaco y formando el símbolo del Armia Krajowa.

sábado, 2 de agosto de 2014

viernes, 25 de julio de 2014

ENTREVISTA URBAN FIRM

http://urbanfirm.blogspot.com.es/

Los amigos de Urban Firm me entrevistaron hace algunas fechas. Si queréis leer la entrevista o echar un vistazo a su blog, clicad aquí.
De paso aprovecho para completar una de las respuestas, ya que se me quedó en el "portapapeles", por así decirlo. Me preguntaban si permanecía aún en activo, así que ahora les respondo que aunque en su momento formé parte de Línea 8 y Colectivo 69, ahora se puede decir que estoy algo aparte, aunque seguramente me deje caer por Sa Curva 1916 (que se llama "curva" ahora que justamente estará en el lateral). Es inevitable, la cabra tira al monte.  
Mis disculpas por no haber respondido en su debido momento. 

martes, 22 de julio de 2014

RED ARMY GENERAL (II)

Siguiendo con las memorias de Tony O'Neill, su fama dentro del Red Army hizo que en ocasiones adoptara funciones de mediador entre hinchas y club y se le reclamara para participar en charlas sobre la violencia en el fútbol, y cuenta una anécdota divertida cuando un directivo y un político se vieron envueltos en un fuego cruzado entre hinchas del United y el Liverpool durante uno de estos coloquios en 1976. La violencia en torno al fútbol se convirtió en un quebradero de cabeza para el gobierno británico, en gran medida gracias al Red Army, y ello hizo que se fueran tomando medidas para intentar prevenirla, como la creación de zonas acotadas para las aficiones visitantes en los estadios y el control de los trenes especiales en los que viajaban los hinchas. Esto propició a su vez que los hooligans se organizaran mejor a la hora de buscar enfrentamiento con sus rivales. A final de 1975 ya se ve esta tendencia de una manera clara con grupos diferenciados del grueso del Red Army que cogían trenes distintos. Es curioso el relato que hace el autor de un viaje en solitario (lo cual tiene su mérito en unos tiempos en los que no había internet ni móviles) y que le sirve como punto de inflexión para abandonar definitivamente su etapa scarfer.
O' Neill cuenta su experiencia en centros de menores y en prisión y cómo esas estancias le sirvieron para endurecerse y volverle una persona aún más violenta. Una de estas condenas con 21 años, en 1979, por un asunto no relacionado con el fútbol, coincidió en el tiempo con el inicio de la escena scally/casual por lo que no pudo vivirla en su génesis. Tal vez por ello se muestra algo crítico con la misma, en concreto con la obsesión por vestir determinadas marcas, aunque reconoce que prescindir de la bufanda de toda la vida para pegarse mejor era un avance. En cierto modo desmitifica el origen del casualismo argumentando que en Liverpool siempre se había llevado una estética similar, algo diferenciada de la del resto de Inglaterra. Tampoco, y como ya apuntábamos al empezar a hablar de estas memorias, es muy partidario de que las firms tuvieran nombre. Lo de Inter City Jibbers lo pone como ejemplo, pues aunque fuera el nombre por el que se conocería a los hools del United por un tiempo, las intenciones del mismo eran claramente más humorísticas que identificativas. Y esa actitud puede extenderse, según él, al resto de la afición de su club. Tampoco se muestra amigo de las tarjetas de visita... ¡ni de los libros! Paradójico, cuando menos.
Los dos capítulos finales están dedicados a los scousers y a la ICF, dando su versión sobre diversos enfrentamientos que tuvieron con ellos, a los que acusa de llevar armas, de no ser limpios en las peleas, de pelear con hinchas normales,... Me ha aburrido bastante este final porque habla de movidas en las que no estaba presente, lo que resta valor a su testimonio, y aunque servidor entienda que no quiera pasarlas por alto por su importancia, parece que lo hace más por obligación y justificación que por otra cosa. Son capitulos en los que desconecté bastante, en parte porque no entendía muy bien el texto y en parte porque me daban la impresión de estar hechos con algo de desgana y de resquemor por parte del propio narrador. En lo relativo a la ICF habla sobre el célebre reportaje "Hooligans" de la BBC de 1985 y de la mítica pelea del ferrry Koningin Beatrix un año después, y aprovecho para recomendaros el programa nº 2 de "Lleno hasta la bandera", en el cual tendréis un relato pormenorizado y tronchante sobre esta última. Por cierto, espero ansioso una nueva entrega de esta tertulia.
Un nuevo ingreso en prisión a mediados de los 80 sirve a O'Neill para poner el punto y aparte en sus memorias, el cual coincide con el descenso de la violencia, las operaciones policiales contra los hooligans, el inicio de la escena rave y la mítica Hacienda y sus consecuencias, con las guerras de bandas criminales por controlar el tráfico de drogas.
Pero esa es otra historia que cuenta en The Men in Black (que abarca el período de 1988 a 2001), libro que en mi humilde opinión deberia haber sido escrito por Gary Powell, otro mítico hooligan del United. Aunque tampoco puedo prejuzgar un libro que no he leído, claro está.

martes, 15 de julio de 2014

jueves, 3 de julio de 2014

DARK SIDE OF THE MERSEY


El siguiente artículo, cuya traducción al castellano me he currado para que todo el mundo pueda leerlo aquí en el blog de mi compi Mr Quely, apareció por primera vez en la célebre revista The Face en el año 1988 y fue escrito por el periodista musical John McCready. El autor expone en él una realidad completamente desconocida por la sociedad inglesa de aquel entonces y que aún hoy no ha sido lo suficientemente documentada (salvo en un par de libros): la existencia en Liverpool de toda una generación de casuals que, habiendo reaccionado contra la estética deportiva de Filas y Tacchinis imperante a comienzos de los años 80, cuando la cultura casual empezó a convertirse en un fenómeno global (circa 1983 para ser más exactos), terminó desarrollando toda una nueva cultura, comúnmente llamada retro-scally, basada en fumar porros y escuchar LP’s de bandas anacrónicas adscritas al infame género del rock progresivo.


 
Un hippie es acorralado en un callejón oscuro por un pequeño grupo de casuals de 16 años. En cualquier otra ciudad de Gran Bretaña lo que vendría a continuación es una penosa comprobación de su talante pacifista. Pero en Liverpool, lo más probable es que le acosaran a preguntas sobre del Festival de la Isla de de Wight. Genesis son populares en Liverpool. Y también lo es Zappa. Pero los más grandes de todos son sin lugar a dudas Pink Floyd.

Our little Jimmy he’s only three. But he’s into Zappa, just like me”

Politics Is Boring (poema extraído de The End magazine, Vol 14)

There’s one smoking a joint and another with spots. If I had my way I’d have all of you shot.”

In The Flesh’ del álbum de Pink Floyd ‘The Wall’ (EMI, 1979)
 
Pink Floyd están de gira mundial promocionando el LP ‘A Momentary Lapse Of Reason’. Maine Road, el estadio del City, es el lugar elegido para congregar a los fieles en Manchester. Todo marcha según lo previsto. Los láseres hacen lo que se supone que han de hacer los láseres, y los interminables solos se prolongan a lo largo de un set maratoniano. Una multitud compuesta por estudiantes y trabajadores sociales aplaude la soporífera destreza de la banda. Todo marcha según lo previsto. ¿Todo? No, porque los estudiantes y los trabajadores sociales no pueden relajarse. Un importante contingente de jóvenes llegados de Liverpool se arrastra entre la multitud. Los estudiantes permanecen con las manos en los bolsillos. ¿Acaso estos fans del rock progresivo van a ser asaltados por un puñado de casuals provenientes del margen equivocado de la M62?
La tensión se rompe cuando se escucha el marcado acento scouse dirigiéndose a un hippy de avanzada edad:

“Oye colega, ¿tienes papel?”

Horas antes, docenas de autocares y coches particulares abarrotados de estos chavales de Liverpool que el mundo entero presupone han de escuchar hip-hop porque viven en barrios de protección oficial, habían llegado al centro de Manchester. En los coches, ‘Dark Side of the Moon’ proporcionaba la adecuada experiencia pre-concierto. Aquellos afortunados que consiguieron asiento en un autocar pudieron incluso elegir entre el deleite visual de The Wall o el video de Live At Pompeii.
En los alrededores del estadio los reventas admiten que estos jóvenes, que calzan un variopinto elenco de zapatillas deportivas carísimas, no encajan con el prototipo de seguidor de Pink Floyd. Algunos ni se han molestado en comprar tickets. Los reventas adoptan los mismos métodos que en las finales de copa, y en ningún momento dejan de sujetar los valiosos trozos de papel de las entradas.
 
“¿Qué cojones estáis haciendo vosotros aquí?” pregunta uno de ellos.
“Estamos aquí por la música, chaval” responde otro que no tiene precisamente pinta de hippy.

Tales eventos dejan a su paso un reguero de contradicciones que confunden aún más si cabe a los viejos sociólogos con todas sus claras e inequívocas teorías acerca de los hábitos y costumbres de la generación post-casual.
La versión oficial sugiere que los scallys van al fútbol y escuchan a Elvis Costello, a la vez que se dedican a destrozar coches de alquiler cuando vuelven de sus desplazamientos a Chelsea. En realidad, mientras que el gobierno y los medios de comunicación se preguntan qué hacer con este hatajo de vándalos y borrachos y estudia la manera de introducir una tarjeta de identificación sin provocar un escándalo nacional, un sector cada vez mayor de futboleros de Liverpool discute sobre las existencias del papel de fumar extra-grande Rizla mientras se estremece con los sonidos del álbum ‘L’ de Steve Hillage.
Si bien en otros lugares la juventud ha sido absorbida por el acid house, la chavalería de esta ciudad ha construido una sólida cultura retro basada en el cannabis y en la música de Pink Floyd, Frank Zappa, Jimi Hendrix, Genesis y una idiosincrática colección de dinosaurios del rock progresivo de la década de los setenta. Los muros de la ciudad están llenos de pintadas que ofrecen pistas de lo que ocurre, pero aún así muy pocos dentro y fuera de Liverpool están realmente al tanto de este multitudinario culto underground cuyos orígenes se remontan hasta principios de los ochenta.

‘PURPLE HAZE’

‘NO BEBAS Y CONDUZCAS – FUMA HIERBA Y VUELA’

SYD BARRET VIVE’

FLOYD’

ZAPPA’

ROGER WATERS’

Es completamente imposible adentrarse en los suburbios y barrios de protección oficial de Liverpool sin toparse con alguna de estas pintadas en una pared, en una parada de autobús o en el cierre de una tienda.
En realidad este hecho no merecería comentario alguno si no fuera porque es inusual que profesores, estudiantes y hippies jubilados sean sorprendidos dañando la propiedad privada en nombre del rock progresivo. Los slogans son cosa de chavales de 14 ó 15 años, los hermanos pequeños de aquellos en Maine Road que no levantaban tres palmos del suelo cuando Jimi Hendrix empezó a introducir en el mundo de la música el deleite de la distorsión y los solos de guitarra tocados con los dientes.
Son sólo pistas que dejan entrever la fuerza del movimiento retro-casual. Los records de asistencia que vienen presentando conciertos de perfil bajo como los del cantautor Roy Harper únicamente sirven para confundir aún más si cabe a las discográficas que ya de por sí no suelen tener ni la menor idea de nada. Como siempre, serán las últimas en enterarse.
Entretanto, las tiendas de vinilos de segunda mano y las ferias del disco que visitan la ciudad se llenan de preadolescentes amantes del jazz-rock a los que se distingue fácilmente por su apelación tribal “¿Tienes algo de Zappa, colega?”. Los gerentes de videoclubs declaran que clásicos de la cultura de drogas como ‘Up In Smoke’ de Cheech & Chong son absurdamente demandados por niños que en otras ciudades estarían esperando su turno para alquilar Robocop o ET. Un entusiasmado crío de 17 años incluso ha conseguido cambiar oficialmente su nombre, David, por este otro mucho menos vulgar, Floyd. Las grandes cadenas de venta de discos constatan que el álbum en solitario de Roger Waters ‘K.A.O.S.’ y el recopilatorio ‘Opel’ de Syd Barret compiten directamente con los trabajos de Morrisey, Marr, Stock, Aitken y Waterman.
Lo que está ocurriendo es al mismo tiempo excepcional y grotesco. ¿Dónde acabará todo? Algunos creen que bastarán cinco noches seguidas de Frank Zappa en el Empire para entrar en razón y que la ciudad se recupere de esta retro-histeria que la asola.

¿Te gusta Genesis/Floyd/Zappa sólo porque está de moda?

Sí ………………………………………………………….….. 200 puntos

Sí, pero sólo cuando voy puesto …………................................ 250 puntos

No, aún escucho a The Jam y The Beat ….............…… menos 100 puntos

Are You A Real Wool?’ cuestionario de The End magazine, 1982.
 
Paul Weller tiene mucha culpa. Sea cual fuere el papel que tuvieron grupos como The Jam, The Clash o The Beat y demás extensiones pop del fenómeno punk en el resto del país, dichas bandas tenían perfecto sentido para la juventud de Liverpool. En tanto lucharon y se desvanecieron, lo que dejaron tras de sí era enormemente gris. Grupos como Joy Division, Magazine y el catálogo completo del sello Zoo (con sede en Liverpool) eran ridiculizados como “basura para estudiantes”.
Muchos de los actuales devotos de Zappa y Pink Floyd admiten haber sido fanáticos de The Jam antes de descubrir esta nueva música de finales de los 60 y primeros 70 que anteriormente despreciaban. Antes de que The Jam desaparecieran en el éter, su célebre concierto en el Deeside Leisure Centre en el norte de Gales fue la última gran aglomeración de pre-retro scallies, quienes parecían conectar inequívocamente con la imagen y con la música del grupo, elegante y afilada a partes iguales. Aquello era un matrimonio que tenía perfecto sentido para todos. Los críticos coincidían: ésta era la música de la clase obrera, la música de la calle. Pero entonces vino The Style Council. Y por unanimidad, eran “una mierda”.
La consiguiente popularidad de Bob Marley fue un anticipo de lo que se avecinaba, si bien es difícil concretar qué vino primero, si la música o la hierba. Sea como fuere, la una recibió a la otra con una calurosa bienvenida. Las colecciones de discos de los hermanos mayores (toda esta locura parece ser cosa exclusivamente de hombres) fueron redescubiertas y, ya que siempre se dijo que en cada calle del país había al menos una copia del ‘Dark Side of the Moon’ de Pink Floyd, la fascinación por su rock reflexivo volvió a la palestra.
Kevin, un militante hippy de pelo corto, resume en pocas palabras el sentimiento general: “Ojalá hubiera nacido antes. Me encantaría haber visto a Zappa en los setenta, sentado en un prado puesto hasta las trancas”.
Peter Hooton, vocalista de The Farm y co-editor del fanzine The End, una publicación con sede en Liverpool que ha documentado y ridiculizado este fenómeno local desde su nacimiento, recuerda ciertos pubs del área de Netherton donde los chavales fumaban hierba siguiendo el método de los ‘cuchillos calientes’, calentando dos cuchillos con una pequeña botella de gas de la marca Calor Gas e inhalando a través de una pipa de agua o una cafetera. En un pub local llamado Gatsby’s algunos scallies crearon incluso la llamada ‘esquina de Genesis’ (más tarde renombrada como la ‘esquina de Zappa’, debido al meteórico ascenso experimentado por el guitarrista barbudo). Se trataba de una zona reservada donde podías encontrar a gente sumergida en una nebulosa de humo de porro.
“Lo disfrutas más cuando vas colocado”, declara un joven de 15 años cuya idea de pasarlo bien consiste en yacer a oscuras en la cama con la cabeza colocada entre los altavoces mientras suena ‘Comfortably  Numb’ de Pink Floyd. “Las letras parecen más graciosas”.
The Farm podrían haber sido el grupo más exitoso de Gran Bretaña si Bob Marley y Roger Waters no se hubieran interpuesto en su camino. Vestían de arriba abajo con el estilo ‘casual’ que la juventud de Liverpool había instaurado y su música se componía de breves y aguzadas canciones de pop, mordaces y comprometidas políticamente. Durante un tiempo dominaron la escena local, pero poco después fueron eclipsados por una oscura nube de humo y engullidos por la sombra de ‘The Wall’.

The Farm
Peter Hooton recuerda aquella vez en las gradas de Anfield en que se fijó en la camiseta de un amigo suyo y en el extraño rostro que había en ella. “¿Quién es ése?” le preguntó. “Zappa” fue la respuesta.
The End ha procurado documentar el modo de vida juvenil existente en la ciudad. Mientras el cannabis conquistaba los barrios de protección oficial de Liverpool, se convirtió a regañadientes en la voz de una singular revolución neo-hippy. Sus páginas de poesías estaban repletas de versos acerca de la marihuana, ‘The Wall’ y el ubicuo Zappa. Cuanto más se cachondeaban Hooton y el resto del equipo, más parecía afianzarse esta cultura retro. Al mismo tiempo, el menú musical se volvía más y más extraño; un catálogo de artistas emparentados únicamente por su pertenencia a una época comprendida entre finales de los 60 y principios de los 70, y por el hecho de que sus periodos de máxima actividad de ventas hubieran pasado hace ya tiempo. Bob Dylan y Simon & Garfunkel fueron muy populares en un principio. Asimismo, los miembros de un grupo local llamado Groundpig se toparon de bruces con este pintoresco fenómeno y, siendo como eran de la vieja escuela, empezaron a tocar versiones de clásicos como ‘Solsbury Hill’ de Peter Gabriel, ‘The Sound of Silence’ de Simon & Garfunkel o ‘Breakfast In America’ de Supertramp.

A lo largo de 1982 The Farm solían actuar en alguna parte de la ciudad congregando quizá a 200 personas. Pero en otra parte, Groundpig llenaban salas con capacidad para 600 personas (y aún así se quedaba gente fuera esperando en la cola). Un puñado de chavales del distrito de Everton fundaron su propio grupo, Drama, inspirados por el ambiente musical que se respiraba alrededor. En su repertorio incluían versiones de Genesis y Gabriel. Como parte de una campaña anti-drogas financiada por el ayuntamiento, Peter Hooton colaboró en la organización de un tour Groundpig/Drama por los colegios de la ciudad. “Lo cierto es que no contábamos con suficiente seguridad” dice Peter. “Los chavales hacían locuras para poder entrar. Algunos lads más mayores empezaron a llegar en furgonetas. Habíamos creado un monstruo y teníamos que parar”.
David Miles tiene 17 años. Solía montar su bicicleta BMX y de vez en cuando acudía a ver al Liverpool. Hasta que escuchó a Pink Floyd. Ahora se llama Floyd Miles, pues consiguió cambiarse el nombre legalmente. Aunque sus amigos han aceptado este nuevo nombre, su madre se niega a llamarlo Floyd y rechaza por completo la idea que se le ha metido a su hijo en la cabeza. Los del Merseyside Passenger Transport Executive han sido más comprensivos, aceptando el cambio de nombre para el abono transporte. Floyd está tan orgulloso de ello como de los cientos de casetes y cd’s que posee. Todos ellos de los viejos reyes sureños de la psicodelia, como no podía ser de otra forma.
Floyd recuerda cómo se enganchó a la banda hace aproximadamente siete meses y cómo desde entonces se ha gastado unas 400 libras de sus ganancias del Programa de Formación Juvenil en discos. Por supuesto que estuvo presente en el concierto de Maine Road, y ahora rebosa felicidad con un nuevo LP en directo que recoge algunos de los últimos shows llevados a cabo por el grupo. Además habla con verdadera pasión sobre el significado que tienen para él esos discos (“’The Wall’ significa mucho para mí”), de su intención de seguir a la banda por Europa y de sus planes de visitar al genio Syd Berret en su casa de Cambridge, donde actualmente vive recluido. “Ahora está viviendo con su enfermera” expresa en tono melancólico. “Dicen que se tomó un frasco entero de ácido en los 60 y que ahora estará puesto de tripis el resto de su vida”. Tampoco espera demasiado de este encuentro con su ídolo: “Sólo quiero preguntarle cómo está, pedirle un autógrafo… esas cosas”. Floyd saca de pronto otro disco poco común: un bootleg valorado en 30 libras. “Lo conseguí en una feria del disco” asiente con orgullo. Todos los días, Floyd rebusca entre los estantes de Backtracks, una inmensa tienda de segunda mano que no sólo vende discos antiguos, sino también todo tipo de parches y camisetas para la nueva generación de hippies de pelo corto. Igualmente, cuenta que muy pronto actuará en la emisora de radio local North Coast Radio, una emisora sin licencia que retransmite desde su propio barrio, Bidston Estate. Obviamente sólo tocará temas de Pink Floyd. Otros proyectos que tiene en mente para el futuro incluyen reproducir la portada de ‘The Wall’ en el muro que hay enfrente de su casa (“Aún no le he preguntado a mi madre…”) y tocar la canción que él mismo ha compuesto, ‘Dedicated To Syd’, con un grupo mod local. Como era de esperar no le interesa ninguna otra música más allá de Floyd. “Gabriel no está mal” admite, “pero la verdad es que no quiero escuchar ninguna otra cosa. Si lo hiciera, puede que me dejaran de gustar Pink Floyd. Una vez fui a comprarme un disco de Genesis pero al final volví a casa con uno de Floyd…”
La llamada Noche de las Guitarras, un tour organizado por el sello IRS de Miles Copeland, ha llegado a Liverpool. Como la inmensa mayoría, estos tipos tampoco están al tanto de la locura que invade la ciudad. Los carteles promocionan el concepto ‘No Speak’ como ‘Rock Instrumental Para Los Noventa’, aunque la mayor parte de los artistas participantes son vestigios de los sesenta y setenta. Steve Howe de Yes, Robbie Krieger de The Doors y dos carrozas de Wishbone Ash reaparecen como viejas glorias en el escenario del Royal Court Theatre. En una esquina, de espaldas a la pared, un grupillo de seis scallies –a los que se distingue fácilmente por sus zapatillas deportivas- están liando porros. Los viejos carrozas ejecutan sus solos de guitarra mientras los scallies asienten con la cabeza en señal de aprobación. Un roadie –al que se distingue por su chupa de cuero, sus mugrientos pantalones y por su identificación- pasa ante ellos y durante unos pocos segundos se queda mirando la escena boquiabierto. Acaba de ser testigo del espíritu de una cultura única en su especie y de una ciudad extraordinaria.
Una ciudad donde los sueños prematuros de Genesis de una vieja Inglaterra se filtran a través de las ventanas de los dormitorios de chavales que viven en Kirkby y Croxteth; una ciudad donde Waters “suena guay” y Led Zeppelin “son la hostia”; una ciudad donde los “verdaderos hippies” son tratados con fascinación y respeto; una ciudad donde la música del futuro está en ‘modo espera’ permanente.
Esto es Liverpool en 1988, un planeta que gira alrededor de sí mismo; un asentamiento neo-hippy localizado en el lado oscuro de la luna.
 
John McCready, The Face, 1988

(Traducción de Álex Wannabes Fanzine)


martes, 1 de julio de 2014

OLD IS COOL (ANEXO)

En relación a la anterior entrada de este blog nos llegó un comentario que no pudo ser publicado en su día seguramente por motivos técnicos relacionados con el servidor. Por ello aprovecho para pediros disculpas si veis que alguno de vuestros comentarios no ha sido publicado, aunque haya sido por motivos que escapan a nuestro control. Desde que comenzó este blog se pueden contar con los dedos de la mano los comentarios censurados, generalmente por aludir a personas con nombres y apellidos, así que si veis que alguna de vuestras aportaciones no han salido a la luz, lo más probable es que sea debido a esos problemillas con los que de vez en cuando nos obsequia blogger.
Una vez dicho esto, aprovecho para incluir algunas imágenes de gabbers y ravers que nos ha enviado este amable lector y colaborador en las que podemos apreciar su particular estética chandalera.

Y de paso, el tema que dio origen a la peculiar escena musical de Rotterdam.


jueves, 19 de junio de 2014

OLD IS COOL


Afortunadamente en España los debates cibernéticos sobre el casualismo han llegado a otro nivel, aunque sea en petit comité. Ya era hora, la verdad, cuando hace más de veinte años que surgió la primera pancarta con tan enigmática palabra en el Nou Camp (¿o Camp Nou?, nunca lo tuve claro). Así que voy a aportar otro tema más de debate. Y es que "casual" es una palabra sujeta a variadas interpretaciones. Para Antonio Salas-Manuel Carballal sería un skin nazi que lleva pelo largo y "ropa normal" para pasar desapercibido; para un periodista catalán sería un perteneciente a una facción criminal y fascista de los Boixos Nois; para un periodista británico sería un hooligan escocés; para un hooligan escocés sería un matón del Aberdeen...
Supongo que ésa es una de las razones por la que algunos se refieren a la escena casual como la cultura sin nombre. Pero creo que más o menos todos tenemos claro a estas alturas que un casual es, simplificando, un hooligan que no lleva distintivos de su equipo y que rinde culto a ropa informal de determinadas marcas (entendiendo por "hooligan" un tipo que se pega por fútbol, porque la palabreja también daría para otra entrada...). Así pues, ¿quiénes fueron los primeros en adoptar el casualismo fuera de las Islas? En mi modesta opinión fueron belgas, holandeses y alemanes.
Aunque alguno sostenga que Italia fue uno de los primeros países en adoptar esta corriente estética, lo cierto es que sólo echando un vistazo a fotos de la época se demuestra claramente que no es así. No lo es ni en el modelo de grada ni en el estilo de vestir. Argumentar que el casualismo estaba presente en Italia por el anecdótico hecho de que en una foto de ultras milanistas uno de ellos llevara una chaqueta Stone Island es tan endeble como defender que eran también madridistas sólo porque en la misma foto otro ultra exhiba una bufanda del Real Madrid.
Y ya utilizando el nombre "casuals" aparecieron a finales de los 80 los primeros grupos en Bélgica y Francia que se desmarcaban de la estética skin y ultra tradicional. Luego lo harían en Barcelona. Tal vez estéticamente no cuadraban con lo que era la subcultura, pero ya utilizaban el nombre, algo que en Italia aún tardaría unos añitos en verse.
Aunque las diferencias estéticas entre los primeros casuals del continente y sus homólogos británicos no eran muy grandes (Phil Thornton comentaba en una entrevista cómo se mofaban de holandeses y alemanes por copiarles), a saber, ciertas influencias del hip hop, uso de calzado deportivo, chaquetas de chándal, peinados similares, incluso marcas como Best Company, Chevignon o Kappa, en Alemania harían suya una estética que con el tiempo sería menos clásica que la de los británicos, más estridente y juvenil.
Mientras en Holanda se optaba por las chaquetas de piel, las gorras de camionero, las gafas de sol... o las cadenotas de oro (no sé muy bien por qué, supongo que imitando a los raperos, pero echadle un vistazo a algún vídeo o fotos de la época), en tierras teutonas el fenómeno adquiría unas dimensiones propias adoptando marcas más acordes con sus particulares gustos y que los diferenciarían de los clásicos fans con sus chalecos parcheados y su estética metalera, así como de los skinheads. A las archiconocidas beisboleras Chevignon hay que añadir la predilección por sudaderas con grandes logos, las cazadoras college, los pantalones de peto, jeans más bien anchos o acampanados, los pañuelos al cuello, las zapatillas Reebok y New Balance, y un largo surtido de marcas de entre las que destacarían Diesel, Calvin Klein, Carlo Colucci, Replay, Blue System (la marca de culto por excelencia), Big Star, Cordon, Jet Lag, Carharrt, Iceberg,... y más recientemente Enèrgie, Schott, G-Star, Dickies, así como marcas más comunes como Armani o Ralph Lauren.

 


 
 
Surgía así un casualismo alemán, aunque sus seguidores no adoptaran tal nombre. Con el tiempo, especialmente tras la reunificación y la consiguiente influencia de los alemanes del Este, más "fascistizados" y más "retro", así como tras la difusión del modelo ultra en las gradas alemanas, la estética deportiva (más cómoda para el enfrentamiento en los bosques) mezclada con ciertos elementos de la skin fue imponiéndose entre los hooligans y era más habitual ver marcas como Umbro, Lonsdale, Pit Bull, Thor Steinar, Everlast, Pretorian, y otras nacidas descaradamente dentro de la escena como Hooligan Streetwear o Troublemaker. La musculización y "profesionalización" del hooliganismo también influyó en la ropa. Hoy en día, en general, los hools alemanes visten prácticamente lo mismo que casi todos sus equivalentes del resto del continente. Es decir, estilo clone island.

viernes, 6 de junio de 2014

miércoles, 4 de junio de 2014

FANZINERÍA DE VIEJO: HOOLIGANS

Así recogía el diario Marca, en el ya lejano 1990, la aparición de Hooligans, una polémica revista nacida en Italia y centrada, pese a su nombre, casi exclusivmente en la escena ultra del país transalpino. Se publicaron pocos números (hasta donde he podido averiguar sólo durante dos temporadas), seguramente por una combinación entre su provocadora orientación, una cierta politización, y porque era imposible competir con Supertifo, que al fin y al cabo era bastante más "profesional" y tocaba los mismos temas.    
Con una maquetación muy peculiar, colorida y juvenil, que me recuerda a la de Il Panino, la publicación mítica de los paninari, en Hooligans podíamos encontrar secciones más o menos fijas, algunas curiosas como los comics o "Fauna metropolitana", en la que se diseccionaba con sarcasmo a personajes típicos de la geografía urbana de la época, y otras más convencionales como "Speciale tifo", "Cori da stadio", "Ultra' mercato" o "L'alba degli skins", en la que se profundizaba en la historia de la subcultura skinhead, lo que demuestra cómo estaba ésta implantada en aquella época en las gradas italianas. Pese a que algunos piensen que era un fenómeno casi exclusivo de España, las bomber naranjas predominaban en casi todas las gradas europeas.


sábado, 17 de mayo de 2014

KÖLN IS COMING HOME

No todo iban a ser penas esta temporada. La pasada semana santa recibimos la visita de nuestros hermanos de Colonia que en algo más de una treintena decidieron pasar unos días en la isla y celebrar por anticipado el regreso de su equipo a la máxima categoría del fútbol alemán. La cosa prometía cuando la primera noticia que recibimos de los expedicionarios era que iban a ser retenidos por la policía nada más aterrizar su avión en Son Sant Joan por alguna travesura sin importancia durante el trayecto. Afortunadamente no hubo mayores incidentes durante su estancia en la que, por supuesto, disfrutaron del Ballermann 6 y de la playa. El sábado, víspera del Mallorca-Depor, organizaron una barbacoa y barrilada en el hotel en el que se hospedaban a la que acudimos algunos mallorquinistas.
Posteriormente nos encaminamos al 47/11, un rincón de Colonia en la Playa de Palma, y de allí partimos en corteo hasta el Bierkönig. Algunos nos recogimos pronto porque ya estamos algo mayores y al día siguiente tocaba hacer el papelón en Son Moix una vez más y “disfrutar” del bochornoso espectáculo que nos ofrecen cada dos domingos unos jugadores indolentes y unos policías con problemas auditivos. Los alemanes, sin embargo, acabaron a altas horas y a buen seguro alguno empalmó, pues el autocar que los llevaba al estadio salía a las 9 de la mañana del hotel. Del partido, nada que comentar, una vergüenza con todas sus letras y diéresis.
El lunes acudimos al santuario de Big Ron, el mentado 47/11, para presenciar el ascenso, este año sí, del Colonia ante el Bochum. Por desgracia, nuestras intenciones de celebrarlo en tierras teutonas en un interesantísimo choque contra el St Pauli se frustraron por diversos motivos. Y fue una pena, porque ni el mismísimo Cass Pennant quiso perdérselo.
En resumen, damos desde aquí la enhorabuena a todos los hinchas del Colonia y esperamos poder volver a verlos pronto y degustar juntos esa maravilla llamada kölsch.

viernes, 9 de mayo de 2014

FIN DE TRAYECTO


Pues parece que ahora sí es definitivo y Er Gurú ha decidido finiquitar el blog Nuestra Forma de Vida. Aunque últimamente no dispongo de tiempo suficiente para actualizar las Pintas, sí quiero dedicar unas líneas al desaparecido blog y sus antecesores porque han sido un referente en la cultura de las gradas en general y, por supuesto, en lo que respecta al casualismo en particular. Todo ello pese a que se tratara de una página personal en la que se abordaban temas desde una óptica particular y de una forma con la que se podría estar o no de acuerdo. Sinceramente, creo que ni el mismo Gurú es consciente de la importancia que ha tenido su blog para los interesados en este mundillo, y no sólo en España, sino en toda la comunidad hispanoparlante. Todo ello pese a que en ocasiones tuviera la sensación de que era como predicar en el desierto. Supongo que en cierto modo ya estaba todo dicho, pero de todos modos echaré de menos teclear en Google el nombre del blog para consultar las novedades de una de las escasas páginas que consultaba casi a diario.
A través de sus diferentes etapas hemos podido comprobar la evolución del autor y, a su vez, de la escena casual de este país. Recuerdo cuando se empezaba a hablar en internet de esta cultura de una manera más o menos seria, en foros como el de Super Hincha o incluso el de RAC Music Spain, con discusiones entre las dos posturas irreconciliables sobre la misma: la del "pasar desapercibidos" y la que defendía que era una subcultura más.
A día de hoy el debate sigue estando ahí (y con pinta de que se eternizará por los siglos de los siglos), pero gracias a la labor de Er Gurú (y de otros que siguieron su estela, por supuesto) creo que ha quedado claro en este país que el casualismo es una subcultura nacida en el fútbol que rinde un especial culto a la ropa. Y al que no le haya quedado claro esto, o es un analfabeto funcional o no se ha querido enterar.
Espero, eso sí, que Er Gurú siga manteniéndolo en la red porque ha habido artículos realmente interesantes sobre hooliganismo que ya estarán ahí para quien quiera consultarlos, y eso es de agredecer. Como agradezco desde aquí que diera a conocer a mucha más gente estas Pintas y que nos enlazara. Y aprovecho también para decirle que está invitado a Punta Ballena para lo que quiera.
¡VIVA NUESTRA FORMA DE VIDA!

viernes, 25 de abril de 2014

BUNT STADIONÓW



"Bunt stadionów" es un reportaje polaco de 2013 que aborda el tema de la política y la represión en las gradas de aquel país. Por desgracia no está subtitulado, así que difícilmente pillaremos algo aquellos que no hablamos polaco. Y es una pena, ya que cuenta con variados testimonios, entre ellos el de Staruch, líder de la grada de Legia que hace un tiempo salió de prisión. Su delito: ser ultra.

viernes, 28 de marzo de 2014

DE FUERA VENDRÁN Y DE TU FONDO TE ECHARÁN

Mallorca no tiene prácticamente ninguna tradición hooliganera. Matizo: la tiene, pero más en lo que respecta a sus turistas y visitantes que a los locales. Y eso ha propiciado que en varias ocasiones los encargados de la seguridad en el estadio mallorquinista hayan optado por una solución impensable en cualquier otro escenario deportivo como es la reubicación de los hinchas radicales locales para alojar en su grada a las aficiones visitantes.
La primera vez que se tomó esta medida fue en 1999 con motivo de la visita en Recopa de Europa del Chelsea. Por entonces el grupo Ultras Mallorca estaba en pleno proceso de disolución (desapareció esa misma temporada) debido a la presencia más "mediática" de una peña argentina que tomó el relevo de la animación en el fondo sur del Luis Sitjar durante su última temporada en primera división (posteriormente seguiría albergando partidos de los filiales).

Tal medida provocó alguna tímida reacción pero prácticamente no tuvo ninguna oposición por parte de la afición bermellona.
Argentinos lingüísticamente normalizados y periodistas disléxicos
En 2004 sería otra afición inglesa, la del Newcastle, la que propiciaría el exilio de los ultras locales, en esta ocasión agrupados bajo otro nombre, Supporters Mallorca, en otro fondo, el norte, y en otro estadio, Son Moix. 
Las hordas inglesas no se contentaron sólo con mancillar la grada sino que alguno incluso se pavoneó con su sombrero mexicano subido al marcador.
Esta misma hinchada volvió a "tomar" ese fondo en 2008 en un intrascendente torneo veraniego, la Mallorca Summer Cup, que disputaron, además de los locales, Hannover 96, NUFC y Hertha Berlin, aunque esta vez no hubo exilio mallorquinista, ya que sus ultras ni acudieron al torneo. En realidad, prácticamente no acudió ningún aficionado bermellón y las gradas sólo estuvieron ocupadas por un puñado de turistas seguidores de los equipos en liza.
Y un año después fue la afición carbayona la que tomó el fondo norte en un partido de ascenso disputado entre el Mallorca B y el Oviedo, aunque hay que matizar que en este tipo de partidos sólo se solía habilitar el acceso a la tribuna y si se abrió el fondo fue sólo para alojar a la nutrida representación de la afición ovetense.

miércoles, 5 de marzo de 2014

RED ARMY GENERAL (I)

 
Hace un tiempo me acabé la primera parte de las memorias de Tony O'Neill, el célebre hooligan del Manchester United, que lleva el explícito nombre de Red Army General (la segunda es The Men in Black). Cuando me acerco a este tipo de obras temo leer un relato continuo de batallitas siempre ganadas por el o los protagonista/s, pero en este caso nos encontramos con un relato en primera persona (aunque también salen testimonios de otros compañeros de andanzas), creo que bastante honesto desde la distancia, de la vida de un célebre hooligan. Ni más ni menos.
El autor, nacido en 1958 y huérfano de padre desde los 7 años, comienza el relato de su vida desde su infancia, en el seno de una familia de clase obrera. Cuenta cómo era el ambiente juvenil en Manchester en aquellos años con bandas rivales de barrios y colegios que se enfrentaban continuamente y que sólo acabaron uniéndose gracias al fútbol, aunque en Stretford End siguieran siendo habituales las trifulcas entre las distintas pandillas. Una de las cosas que más me llama la atención es que su afición por el United fue tardía, en torno a los 12 años, y no por motivos futbolísticos o familiares, sino porque vio con sus propios ojos cómo una mob de skinheads del West Ham humillaba en su propia grada a los hinchas del City. Ya por entonces había nacido "oficialmente" el Red Army, concretamente en 1967, también a raíz de unos enfrentamientos contra el equipo del East End londinense. En realidad eso de "red army" era más bien un calificativo usado por la prensa que muchos hooligans (entre ellos el propio O'Neill) nunca se tomaron en serio o no asumieron como propio, ya que nunca adoptaron un nombre para su mob salvo el de su equipo, United. Jeff Lewis era uno de los más legendarios hooligans de aquella época.
Era la época en la que los skinheads dieron paso a los llamados por O'Neill smoothers. Aparecían los bootboys y una nueva estética con melenas largas y ropas estridentes. En las gradas, especialmente en Leeds, triunfaba el estilo de "La naranja mecánica".
También resulta interesante saber que en tan temprana época O'Neill y sus compañeros ya prescindían de bufandas y buscaban alternativas a los trenes especiales con el objeto de despistar a la policía para enfrentarse a mobs rivales. La más añorada fue el War Wagon, un bus fletado por Andy Davies, un bienintencionado trabajador social, que creía ingenuamente que aquellas excursiones servían para reformar a los chavales conflictivos a su cargo, que en realidad lo usaban para liarse a hostias con los hinchas rivales. Pero nada es para siempre y los viajes en el War Wagon acabaron saliendo en la prensa finalizando sus días cuando fue incendiado vandálicamente, ya que también era utilizado por hinchas del City.
Hay algunos apuntes curiosos sobre la época, como por ejemplo, la moda de los nunchakus y de las estrellas ninja (como cuando yo iba al colegio) debida a las películas de Bruce Lee, que también era imitado en lo estético. Sus imitadores, apunta, solían ser los más cobardes.
En cuanto a sus roces con otras aficiones, destacaría el relato de un amistoso contra el Rangers que acabó en batalla campal, y en el que se dio cuenta de que los escoceses eran otra dimensión en cuanto a hooliganismo. Y eso que los mancunians no eran mancos, valga el fácil juego de palabras, ya que como sabréis, eran sin duda los que más gente movían a la hora de pelear. De hecho, en los 70 prácticamente nadie viajaba a Manchester, ya que era bastante peligroso. A mediados de la década sólo lo hicieron los hinchas del Tottenham y con protección policial (me resulta difícil de creer aunque no me he entretendio en contrastar el dato, en todo caso no hago más que trasladar lo que dice el autor). Los locales se reunían en el centro de la ciudad horas antes y no había sectores para visitantes en la grada ni protección policial. Otros hinchas jodidos eran los del Newcastle y es divertida su anécdota de cómo consiguió escapar de un linchamiento a manos de los geordies en un desplazamiento ya que no llevaba bufanda. También habla de la London United, la alianza entre Millwall, West Ham, Chelsea y Tottenham cuando escoceses o norteños invadían Londres con motivo de algún partido. Y de los Cockney Reds, por supuesto. Pero la verdad es que el tema de las batallitas no suele interesarme mucho y lo paso un poco por encima en estos libros personales, ya que la experiencia propia suele ser subjetiva y sesgada, contando sólo una parte de los hechos, más que nada porque aunque el narrador sea más o menos imparcial, lo que está claro es que no podía estar en todas partes ni en todas las movidas al mismo tiempo.
No deja de lado dos temas polémicos de la época que fueron muy utilizados por la prensa para demonizar a los supporters como eran la presencia de ladrones y delincuentes comunes que se aprovechaban de los incidentes para robar y saquear comercios (se citan los saqueos en Londres con motivo de la final de la FA Cup de 1979) y la infiltración de ultraderechistas del National Front, aunque deja claro que, a diferencia del City, los hooligans del United nunca participaron en sus marchas. Hay que recordar que en el City había una división por este tema ya que en uno de sus grupos, los Cool Cats, había bastante presencia de negros.

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