´Me encontré con peleas en Punta Ballena, pero eran complicadas de fotografiar´
Fotógrafo ´freelance´ que ha hecho un trabajo sobre la calle de Calvià que nunca duerme, Punta Ballena. Izquierdo (Palma, 1976) vive su pasión por la fotografía desde que era un adolescente. Integrante de la asociación fotográfica Sa Maquineta, ha concluido este año un reportaje sobre la arteria más popular de Magaluf. Se puede ver ya en su página web: javierportfolio.com.
I. MOURE. PALMADurante tres veranos, este palmesano se ha adentrado semanalmente en la marabunta más ruidosa, festiva y desfasada de la isla. Desde dentro, con una cámara de usar y tirar para pasar más desapercibido, ha querido captar algo más de la esencia de la calle que nunca duerme. Como dice él, ha querido "contar la historia de Punta Ballena".
–Entre todo lo que habrá visto de Punta Ballena, descríbame una escena especialmente peculiar.
–Muchos beben hasta quedar completamente perdidos, y entonces se quedan tirados en bancos. Los turistas suelen hacer mucha mofa de esos que están KO. Una vez, vi a uno que estaba tirado en un banco. Era un banco de esos de metal, con rendijas. Lo ataron con una especie de bridas para que no se pudiese mover y le bajaron los pantalones.
–¿Qué le llevó a sumergirse en la calle más frenética de la isla?
–Años atrás ya había hecho unas fotos. Lo quise rehacer, porque esa primera vez me quedé con lo peculiar. La gente que se emborracha y eso. Pero quise profundizar. Contar la historia de Punta Ballena. Contar dónde está, quiénes son las personas que van allí.
–¿Iba solo o acompañado?
–Solo. Iba una media de una o dos veces por semana. Y llevaba una cámara de usar y tirar.
–Vistos los antecedentes de esa calle de Magaluf, su experiencia habrá sido algo parecido a una odisea.
–Me he encontrado con muchos problemas.
–Cuénteme.
–He vivido varias peleas. Me han querido pegar. Una vez le hice una foto a uno que estaba completamente borracho, tirado en la calle. Le hice la foto con el flash y el tío pegó un brinco y se abalanzó sobre mí.
–Desde fuera, ¿pudo fotografiar alguna de estas peleas?
–Son difíciles de fotografiar. Las peleas no ocurren con extremada frecuencia. Ocurren, pero no son una batalla campal. Además, los seguratas intervienen enseguida.
–Una de las cosas que sorprende cuando estás en Punta Ballena son los guardias de seguridad. Hay muchos y son como torres humanas con pinganillo. ¿Cómo fue su relación con ellos?
–Un par de veces hubo mucha tensión. Uno me dijo que me iba a cortar la cabeza. Ni siquiera me daban la oportunidad de explicarles nada sobre el trabajo que estaba haciendo.
–¿Qué le decían los turistas cuando le veían haciendo fotos?
–Había gente que me preguntaba qué estaba haciendo. No pasé de tener con ellos conversaciones superficiales.
–La prostitución daría para un trabajo fotográfico aparte. ¿No se lo ha planteado?
–Es verdad que hay muchas [prostitutas]. Y lo que hacen merece una denuncia. Yo no tengo nada en contra de la prostitución, pero ellas roban, amenazan, golpean. Sería difícil [hacer un trabajo fotográfico sobre ellas]. Son como ninjas. Están y desaparecen con facilidad. Y habría que ganarse su confianza. Con ellas también he tenido problemas.
–¿Qué le pasó?
–Me acuerdo de una vez que dos de ellas empezaron a correr. Las perseguían dos hombres. Decían que les habían robado el móvil. Yo les seguí. Ellas lo tienen muy estudiado. Hubo un momento en que ellas se separaron. Yo me quedé delante de los dos hombres. ¡Se pensaban que yo era parte del complot de las prostitutas! Y me decían que les tenía que devolver el móvil.
–Punta Ballena es un fenómeno turístico. Atrae miles de visitantes. Los residentes lo miran con una mezcla de curiosidad y recelo. Y los medios siempre nos hacemos eco de sus historias. Visto desde dentro, ¿tiene algo de fascinante?
–Fascina a mucha gente. A los empresarios y sobre todo a los turistas que se desinhiben y que no tienen las fronteras que se ponen en su país. También van muchos españoles a ligar, pero las inglesas no quieren saber nada de ellos.
–A quienes fascinó fue a los protagonistas del ´reality´ de la MTV de ´Geordie Shore´. ¿Los vio?
–¡Sí que los vi! Pero entonces no sabía quiénes eran. Iban con un séquito y todo el mundo les hacía fotos. Pensé que si ellos eran los nuevos actores de un programa de éxito no se lo habían currado mucho. ¡Eran horribles!
–Su trabajo incluye fotos nocturnas de la playa de Magaluf. Casi podría decirse que tiene más actividad que durante el día.
–Van muchas parejas. Y mucho mirón. Por la noche, además, la playa es el toilette de Magaluf.
–La noche de Punta Ballena siempre es noticia. Pero ¿qué pasa durante el día?
–Es el momento de la resaca. La gente está tirada en las hamacas. Pero pude comprobar que durante el día no paran de beber tampoco. Eso me sorprendió bastante. También aparecen algunas familias. No muchas.
–¿Se quedó con ganas de fotografiar algo?
–Sí, fotografiar lo que pasa dentro de los hoteles. Seguro que hay mucho desfase.
–¿Le ha dejado alguna enseñanza esta experiencia?
–Que hay diferentes niveles de evolución. Y Punta Ballena no está muy evolucionado. Como dijo un amigo mío, se han quedado en la edad de ´culo y caca´.
–¿Volverá el verano que viene?
–No volveré. Quiero hacer otras cosas. Ya me doy por satisfecho. Ha sido muy pesado.
–¿Qué pretende hacer con este trabajo fotográfico?
–Me gustaría exponerlo. Quiero que se vea. Y quiero que la gente de aquí comprenda dónde vivimos. Lo que está claro es que lo que yo muestro es una realidad subjetiva. No digo que Magaluf sea únicamente eso. Pero esas fotos dicen mucho de algo que ocurre allí.
–Muchos beben hasta quedar completamente perdidos, y entonces se quedan tirados en bancos. Los turistas suelen hacer mucha mofa de esos que están KO. Una vez, vi a uno que estaba tirado en un banco. Era un banco de esos de metal, con rendijas. Lo ataron con una especie de bridas para que no se pudiese mover y le bajaron los pantalones.
–¿Qué le llevó a sumergirse en la calle más frenética de la isla?
–Años atrás ya había hecho unas fotos. Lo quise rehacer, porque esa primera vez me quedé con lo peculiar. La gente que se emborracha y eso. Pero quise profundizar. Contar la historia de Punta Ballena. Contar dónde está, quiénes son las personas que van allí.
–¿Iba solo o acompañado?
–Solo. Iba una media de una o dos veces por semana. Y llevaba una cámara de usar y tirar.
–Vistos los antecedentes de esa calle de Magaluf, su experiencia habrá sido algo parecido a una odisea.
–Me he encontrado con muchos problemas.
–Cuénteme.
–He vivido varias peleas. Me han querido pegar. Una vez le hice una foto a uno que estaba completamente borracho, tirado en la calle. Le hice la foto con el flash y el tío pegó un brinco y se abalanzó sobre mí.
–Desde fuera, ¿pudo fotografiar alguna de estas peleas?
–Son difíciles de fotografiar. Las peleas no ocurren con extremada frecuencia. Ocurren, pero no son una batalla campal. Además, los seguratas intervienen enseguida.
–Una de las cosas que sorprende cuando estás en Punta Ballena son los guardias de seguridad. Hay muchos y son como torres humanas con pinganillo. ¿Cómo fue su relación con ellos?
–Un par de veces hubo mucha tensión. Uno me dijo que me iba a cortar la cabeza. Ni siquiera me daban la oportunidad de explicarles nada sobre el trabajo que estaba haciendo.
–¿Qué le decían los turistas cuando le veían haciendo fotos?
–Había gente que me preguntaba qué estaba haciendo. No pasé de tener con ellos conversaciones superficiales.
–La prostitución daría para un trabajo fotográfico aparte. ¿No se lo ha planteado?
–Es verdad que hay muchas [prostitutas]. Y lo que hacen merece una denuncia. Yo no tengo nada en contra de la prostitución, pero ellas roban, amenazan, golpean. Sería difícil [hacer un trabajo fotográfico sobre ellas]. Son como ninjas. Están y desaparecen con facilidad. Y habría que ganarse su confianza. Con ellas también he tenido problemas.
–¿Qué le pasó?
–Me acuerdo de una vez que dos de ellas empezaron a correr. Las perseguían dos hombres. Decían que les habían robado el móvil. Yo les seguí. Ellas lo tienen muy estudiado. Hubo un momento en que ellas se separaron. Yo me quedé delante de los dos hombres. ¡Se pensaban que yo era parte del complot de las prostitutas! Y me decían que les tenía que devolver el móvil.
–Punta Ballena es un fenómeno turístico. Atrae miles de visitantes. Los residentes lo miran con una mezcla de curiosidad y recelo. Y los medios siempre nos hacemos eco de sus historias. Visto desde dentro, ¿tiene algo de fascinante?
–Fascina a mucha gente. A los empresarios y sobre todo a los turistas que se desinhiben y que no tienen las fronteras que se ponen en su país. También van muchos españoles a ligar, pero las inglesas no quieren saber nada de ellos.
–A quienes fascinó fue a los protagonistas del ´reality´ de la MTV de ´Geordie Shore´. ¿Los vio?
–¡Sí que los vi! Pero entonces no sabía quiénes eran. Iban con un séquito y todo el mundo les hacía fotos. Pensé que si ellos eran los nuevos actores de un programa de éxito no se lo habían currado mucho. ¡Eran horribles!
–Su trabajo incluye fotos nocturnas de la playa de Magaluf. Casi podría decirse que tiene más actividad que durante el día.
–Van muchas parejas. Y mucho mirón. Por la noche, además, la playa es el toilette de Magaluf.
–La noche de Punta Ballena siempre es noticia. Pero ¿qué pasa durante el día?
–Es el momento de la resaca. La gente está tirada en las hamacas. Pero pude comprobar que durante el día no paran de beber tampoco. Eso me sorprendió bastante. También aparecen algunas familias. No muchas.
–¿Se quedó con ganas de fotografiar algo?
–Sí, fotografiar lo que pasa dentro de los hoteles. Seguro que hay mucho desfase.
–¿Le ha dejado alguna enseñanza esta experiencia?
–Que hay diferentes niveles de evolución. Y Punta Ballena no está muy evolucionado. Como dijo un amigo mío, se han quedado en la edad de ´culo y caca´.
–¿Volverá el verano que viene?
–No volveré. Quiero hacer otras cosas. Ya me doy por satisfecho. Ha sido muy pesado.
–¿Qué pretende hacer con este trabajo fotográfico?
–Me gustaría exponerlo. Quiero que se vea. Y quiero que la gente de aquí comprenda dónde vivimos. Lo que está claro es que lo que yo muestro es una realidad subjetiva. No digo que Magaluf sea únicamente eso. Pero esas fotos dicen mucho de algo que ocurre allí.
http://www.diariodemallorca.es/part-forana/2012/12/01/encontre-peleas-punta-ballena-complicadas-fotografiar/811806.html
http://www.javierportfolio.com/
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