No quiero hablar de fútbol porque no tengo ni puta idea, pero sí sé que es algo más que los análisis estadísticos de un negado como Fernando Asensi, que me recuerda a un gris contable que sabe cuadrar todas las cuentas pero es incapaz de generar beneficios a su empresa. No es la tarea de un contable, por supuesto, y por esa razón el lugar del bueno de Fernandito no es un banquillo sino el que es, un estudio de radio compartido con una panda de periodistas resentidos y tenistas frustrados. Y un blog, refugio natural para fracasados...
Porque el fútbol no son sólo porcentajes, minutos de posesión o número de remates a puerta. El fútbol es emoción, ilusión, presión, nervios, miedo, coraje, psicología, odio, pasión,... todo eso que no se puede cuantificar ni medir pero que acaba decidiendo un partido.
En su día Luis Aragonés tuvo los cojones de no seleccionar a Raúl pese a la oposición de toda la prensa madrileña, lo que le costó finalmente su cabeza, y el resultado todos lo sabemos: una Eurocopa y medio Mundial, porque yo soy de los que piensan que Del Bosque nunca se hubiera atrevido a no seleccionar a Raúl por su puta manía políticamente correcta de quedar bien con todos. Ganar un Mundial con la espina dorsal del FC Barcelona de las 6 copas tiene un mérito relativo, lo que no quite que le esté eternamente agradecido al marqués por ello. Pero no nos engañemos, el trabajo sucio ya estaba hecho.
Y es que sí, lo digo así de claro, estoy convencido de que no se hubiera ganado ninguna de esas dos competiciones con el 7 blanco. No tengo argumentos para defender semejante teoría, sólo son sensaciones.
No es que Raúl pasara a ser un jugador mediocre o un lastre, probablemente seguía siendo el mejor delantero español. Pero son esas cosas que decía antes que acaban decidiendo un partido las que indicaban que se necesitaba un cambio. Sensaciones. Y el que infravalore la importancia de las sensaciones en el fútbol es que entiende mucho menos este deporte que yo, que ya es decir.
No quiero ser injusto con el que Guardiola calificó hace poco, y seguramente con mucha razón, como el mejor futbolista español de todos los tiempos, pero en aquel momento llegó el final de su ciclo tanto en su club como en la Selección que aún no era conocida como "la Roja". Y creo que él lo asimiló mucho mejor que todo el fundamentalismo raulista formado, no nos engañemos, por un contubernio de vividores periodistas que obtenían jugosas informaciones del vestuario blanco gracias a su interesada complicidad y sus adulaciones no gratuítas. Decidió emigrar, como en su día hizo el mismo Guardiola y otros "sietes" míticos madridistas como Emilio Butragueño o Juanito, a un equipo de un nivel más bajo pero al que podía aportar toda su experiencia, afrontar un reto distinto después de haberlo ganado todo, y en el que se ganó el cariño verdadero de una afición.
Y es que son estas hinchadas las más agradecidas con sus ídolos, son como esa chica mona, tímida y con gafas a la que el capitán del equipo de football no le hace caso mientras está con la jefa de animadoras, pero que es la que le acaba demostrando que le quiere de verdad.
Porque saben que ésos que estuvieron en lo más alto tuvieron la humildad de defender con uñas y dientes la camiseta de un equipo que era en principio una empresa a la que prestar sus servicios, pero que pasó a ser mucho más. Me emocionaba ver las banderas españolas en la grada de Brescia y ahora en la de Gelsenkirchen.
Y la conclusión de todo este ladrillo es la de que Raúl, probablemente el mejor futbolista español de todos los tiempos, ha tenido al fin el homenaje que debió tener en España. Muy lejos de su patria, por supuesto. Y no creo que lo hayan hecho sólo por lo que ha aportado a su club, sino al fútbol en general. Esa gente ama el fútbol, así de sencillo. El final feliz en el que la chica mona, tímida y con gafas se casa con el capitán del equipo. Y es por eso, entre otros muchos detalles más, como ya dije al inicio de esta temporada, por lo que nuestra liga nunca será la mejor del mundo.
Así pues, mi homenaje desde este humilde blog para el rey del fútbol, pero sobre todo para esa chica mona, tímida y con gafas.