SANDECES

Me jode que lo del nuevo Sitjar nunca vaya a llevarse a cabo. Seamos realistas, no se va a construir. Hay leyes municipales, una crisis galopante, concurso de acreedores y propietarios mallorquines del terreno. Con esos ingredientes no hace falta ser un gurú de la Economía para darse cuenta de que es un sueño irrealizable. Me jode porque no voy a poder disfrutar de un estadio de fútbol como Dios manda, que diría Rajoy. Pero me jode especialmente porque algunos imbéciles que no hacen más que decir sandeces, van a echárnoslo en cara cuando se confirme la inviabilidad del proyecto. Y van a repetirnos continuamente aquello de "ya os lo decíamos".

Las últimas sandeces que he podido escuchar por parte de estos personajes (aunque mucho me temo que vamos a escuchar muchas más) son las que me mueven a escribir esta entrada. Los de siempre, cómo no, han dicho "que va a acabar con el pequeño comercio de la zona". ¿Pero cómo se puede decir semejante tontería? Lo que acabó con el comercio de la zona fue la marcha a Son Moix. Si sólo hace falta echar un vistazo a los nombres de los bares: "Estadio", "Encuentro", "Graderío", "Sitjar" (por cierto, ¿le afectará a este negocio el tema de la memoria histriónica?), por no hablar de cierta pizzería argentina, para saber que era el estadio el que daba vida a la barriada de Es Fortí. De hecho, lo único que puede generar un proyecto como el que se ha presentado serían nuevos clientes para esos pequeños comercios, aparte de los que ya tengan del barrio, gente que nunca iría a comprar por aquella zona de no existir ese hipotético estadio o ese centro comercial. Son los mercadonas y los eroskis, que están en todos los barrios por duplicado y triplicado, son los chinos y sus baratijas de usar y tirar, son los impuestos municipales, los que han matado al pequeño comercio. Sí, sí, han matado, porque ya es un cadáver, ya no hay nada que salvar desde Afedeco, desde las páginas de la prensa o desde un micrófono.

Me da mucho asco que el de siempre diga que Son Moix es poco menos que la octava maravilla del Mundo. Para él puede que así sea, que está en su cabina con calefacción y a cubierto de posibles agresores, no como en el antiguo Sitjar. Pero para el aficionado que tiene que coger coche o bus (pobrecillo si escoge esta última opción) y pasar un frío de cojones, mojarse si llueve, o arriesgarse a sufrir una insolación o desarrollar un melanoma si hace sol, no resulta precisamente agradable. Y total, para ver a unos jugadores a kilómetros de distancia. Y que dé gracias si no tiene que subir unas interminables escaleras de enormes peldaños. Si a esto le unes malos accesos y una oferta de ocio prácticamente inexistente alrededor, el aficionado opta por lo más lógico: no va.

Pero lo que de verdad me revuelve el estómago es cuando se mezcla la sandez con la demagogia. Dice el teniente de alcalde de nosequé en Palma (aquí en Mallorca hace tiempo que con unos pocos votos puedes disfrutar de las mieles del poder, tradición que inició la difunta Unió Mallorquina) que prefiere gastarse el dinero del contribuyente en Cáritas que en una entidad privada que cualquier día vende el club a un jeque. Hipócrita, ya me gustaría a mí ver que ayudas a Cáritas con nuestro dinero en lugar de darle un local a Maulets y demás aprendices de terrorista. Eso no lo verán nunca mis ojos. Y menos tratándose de una organización católica y siendo tú un trasnochado y rancio comunista de libro. Aunque lo peor es el tono que utiliza (si tenéis oportunidad, escuchadlo), como diciendo "antes se lo daría a la gentuza esa de Cáritas". De momento, que se preocupe de los vagabundos que malviven hoy en el Luis Sitjar, que creo que eso es competencia suya.

En resumen, nunca veremos el proyecto llevado a cabo, y no porque sea irrealizable, sino por lo que he apuntado al principio y por la miopía de unas autoridades que dilapidan nuestro dinero en carriles bici que no usa nadie, en bicis para que alguien use los carriles bici, en palmaarenas y son moixos (ya pueden dar gracias a entidades privadas como el Fisiomedia ¡de Manacor! por sacarles algún provecho y mantenerlos), o en catalanizaciones lingüísticas. Y me jode que finalmente los de siempre acaben sacando pecho sin motivo.

Como postre os dejaré este irónico comentario de un anónimo en la página de El Mundo relativo a este tema. No lo hice yo (me hubiera gustado) pero lo suscribo al 100%:

Mejor vendamos la parcela del estadio a precio de coste, para que el pueblo siga teniendo su "zona verde" (degradada y con la mitad de los jardines muertos y cualquier color menos verde") y sigamos creando zonas donde se puedan seguir juntando bandas callejeras.