BLOG DEDICADO A JAIME MARTORELL MIR




viernes, 26 de noviembre de 2010

OTRA DIMENSIÓN. CARDIFF 2010 (III)

Al fin llegó el gran día, domingo. Cogimos rumbo a Ninian Park a primera hora. Sólo había un pub antes de llegar al mismo. Dimos la vuelta de rigor al estadio, que está situado en un polígono industrial (como Can Valero) con algunas casas (como las de Son Flo) y centros de ocio alrededor. Vamos, como Son Moix, pero eso sí, sin pista de atletismo.
Así que volvimos al pub que habíamos visto antes, The Ninian Park Hotel, esperando encontrarnos pintas en sus dos sentidos. Y sí, las había. Allí, lo habitual: mucho Stone Island, grupitos de chavales (uno clavado a cierto mod palmesano) y caras curtidas con manos tatuadas. Muchos traían las latas de cerveza y sidra y las consumían en el aparcamiento del pub. Pero lo que más me gustó es el respeto que se tiene allí a los hooligans. "Igualito" que aquí. Vendían sus libros en el bar. Me puedo imaginar el escándalo que se montaría aquí por un libro de memorias escrito por un ultra. Y no digamos si el prólogo lo hiciera el ínclito Sánchez Dragó...
Y es que allí se sabe que tal vez no sea la cara más amable, pero forma parte de su historia y de su cultura futbolísitca y como tal, lo respetan. O lo admiran, como el paisano que vimos hacerse fotos posando con su mujer y con los miembros de la firm. Creo que alguien que es capaz de pegarse por fútbol, o por lo que sea, hoy en día, sin esperar nada a cambio (salvo más hostias, multas y "ruinones"), merece, al menos, un reconocimiento. No lo podremos entender en un mundo lleno de sinvergüenzas, trepas, pelotas, mercenarios de la pluma, corruptos, ladrones, políticos mallorquines, intermediarios, gregoriomanzanos, ingenieros financieros y gente hipócrita e interesada en definitiva, pero qué le vamos a hacer. Es otra dimensión...

El ambiente, eso sí, contrastaba bastante con el vivido el día anterior con ocasión del rugby. Como bien señaló mi acompañante, los del rugby andaban en zig zag, y los del fútbol, en línea recta. Pero no había un ambiente muy tenso, que digamos. Y sí buena música, por cierto.

Llegado el momento, nos fuimos al estadio. Debo quitarme la gorra de cuadros ante Mr Smithee por las excelentes localidades que adquirió. Estaban cerca de uno de los corners del fondo más "animoso", por lo que tuvimos que ver el partido como el Dios del fútbol manda, de pie. Y además estábamos al lado de la escalera, con lo cual el acceso al bar, en el que se vendía alcohol durante todo el partido, era inmediato. De modo que, como podéis imaginar, el partido se me hizo mucho más corto que los que presencio en Son Moix. Curiosos eran los servicios del estadio. Eran un gran recinto lleno de gente, parecía más bien un punto de reunión, un montón de hinchas sin ganas de mear haciendo tertulia. Tal vez fuera porque se permitía fumar.

Lo mejor del partido -que, por cierto, ganaron los jacks por 0 a 1- fue la carrera de un espontáneo que atravesó el césped desde nuestro corner hasta el opuesto. Hubo otro menos profesional que saltó cuando el estadio ya estaba vacío y que está siendo reducido por los stewarts a la derecha de la imagen.
Cuando salimos, la única escena de violencia que presenciamos fue el cabezazo de un tipo a otro tras discutir no sé por qué. Lo curioso es que el agresor se hizo más daño que el agredido al caerse de culo tras su violento arranque. La zona estaba controlada por la policía. Los supporters del Swansea habían venido en autocares y no pudimos verlos ni de lejos.

En una casa cercana vimos colgada una bandera de la Soul Crew y aparentemente no había nadie vigilando. ¿Sería un señuelo? De todos modos, en las Islas, al robo de banderas no se le da mucha importancia. Jode, porque habrá que pagar otra, pero ya está. Así que, dada nuestra incuestionable predilección por el modelo de animación británico, advertimos que si alguien tiene la osadía de desposeernos de alguna de las nuestras, nos la trae al pairo.
Aunque eso de las banderas también es relativo si tenemos en cuenta el tirón y posterior ultraje de unas banderas inglesas que tuvo lugar horas después en el Prince of Wales por parte de un grupito de bluebirds del que luego hablaré.

Así las cosas, y visto que en los puentes que salen en el vídeo anterior no iba a pasar nada de nada, pues no había nadie de nadie, volvimos al pub. Y allí nos encontramos con la Soul Crío, la foto que debí haber hecho y no hice, y me sigo arrepintiendo de ello. Fue una estampa que emocionó a esta vieja galleta. Supongo que si hubiera sabido explicarles para lo que era, hubieran accedido, pero en ese momento me pareció un poco fuera de lugar. Y es que está muy mal visto eso de fotografiar menores. El caso es que en el pub había en unos sofás un grupito de 10 ó 12 chavalillos de 12-13 años, no más. Todos perfectamente maqueados, de la cabeza a los pies, como un pincel, con sus Adidas de colores, sus chaquetitas, sus Fila, sus Sergio Tacchini,... todo modositos y riendo alguno las gracias de un borrachín alterado por el Liverpool-Chelsea que televisaban en ese momento. De verdad, estaban para comérselos. Se me caía la baba. Al final, se fueron todos juntos a coger un bus. Lo curioso es que ya habíamos visto otro crío en el bar antes del partido, de unos 10 años, con sombrero de pescador, bufanda Aquascutum, vaqueros Henri Lloyd y zapatillas Adidas.
Tras beber unas pintas más, volvimos caminando al Prince of Wales donde, como señalaba, se volvió a frustrar nuestro intento de cenar algo típico galés. Allí estaba el grupito de los robabanderas del que hablé antes, cantando, con sus pintas y la compañía de una revista porno, arengados por un viejo alcoholizado con camisa de cuadros al que habíamos inmortalizado, sin saberlo, horas antes en el estadio, y que como podemos comprobar, hace de la discusión con las fuerzas del orden su particular entretenimiento.

El caso es que se fueron y al poco vino la policía a desalojar el local. Lo mismo hicieron con otros pubs cercanos. Ya en la calle, mientras veíamos la extraña acción policial, un nativo nos comentó algo y al decirle que éramos de Mallorca, nos preguntó sorprendido si habíamos ido a ver el fútbol. Le dijimos que sí y nos estrechó la mano, el hombre no se lo podía creer, y se lamentaba de que su equipo nos hubiera ofrecido tan pobre espectáculo, lo que la verdad, a nosotros nos daba un tanto igual.
Así las cosas, seguimos nuestra particular marcha en otros pubs viendo el derby madrileño en uno de ellos, tras lo cual nos fuimos a nuestros aposentos. Del viaje de vuelta, nada a destacar, salvo el celo que ponía en su labor el chófer del bus que nos llevó de la estación de tren de Bristol al aeropuerto.
En Barcelona, mi compañero de fatigas experimentó un estado alterado de conciencia, en el cual se suceden las visiones de tito Marriner y su "babuíno" con los ojos cerrados, al ver las largas colas de facturación para el vuelo con destino a Islamabad. Y es que cada vez que va a a la Ciudad Condal se siente acosado por los pakis, razón por la cual entra en el descrito estado catatónico. Y claro, uno espera encontrárselos en Las Ramblas, pero no en el aeropuerto cuando está de paso...
Con ganas de vaciar nuestras maletas concluímos nuestro viaje, otro más para el zurrón, sabiendo que, por descontado, siempre habrá un par de golondrinas azules revoloteando en nuestros corazones.
"WE WERE THERE"

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