BLOG DEDICADO A JAIME MARTORELL MIR




viernes, 30 de septiembre de 2011

VERANO MALLORQUÍN (IV)


NOTHING MORE, NOTHING LESS...




Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien. Bailoteos sin parar, algún pogo divertido, sudores, chicas sonrientes y cariñosas alrededor, un buen rollo impresionante... Madness en estado puro.

Todo empezó en nuestro querido Curly's donde al abrazo de una selecta sesión de ska, 2 tone y skinhead reggae, nos fuimos reuniendo los habituales, ingleses cincuentones (entre ellos algún conocido de la grada), algún skin, algunos mods, algunos casuals (por supuesto), corbatas, camisas blancas y pork pies, e incluso gente venida de fuera para la ocasión.


Ya dentro del Mallorca Rocks, una larga espera. Nuestros idolatrados músicos se hicieron de rogar y ya desesperaba un poco pese al buen oficio del dj que les precedía. Pero en cuanto aparecieron, olvidé mi trancazo y no paré de moverme. No me defraudaron en absoluto, la única pega, lo corto que fue el concierto, o al menos lo corto que se me hizo, aunque no faltó ninguno de sus míticos temas. Bueno, dicen que lo bueno, si breve...
Eso sí, tickets para las consumiciones carísimos (5 euros), menos mal que teníamos algunos de regalo gracias a los cuales disfruté de dos hamburguesas que me supieron a gloria y de unas cuantas pintas de sidra.
Sin duda, el mejor colofón (y colocón) para un largo, largo verano.

La unión hace la fiesta
El retraso en el inicio del concierto de los británicos Madness acabó por beneficiarles: solo dio tiempo a tocar éxitos inapelables, que unido a un público forofo provocó (casi) el terremoto
Hablar de Madness es hablar de una de las mejores anécdotas de la historia del rock: en 1992 acababan de publicar Divine Madness, recopilatorio que en Reino Unido llegó al número 1 en ventas. Decidieron salir de su retiro para actuar en el festival Madstock, en el parque Finsbury (Londres), ante 75.000 seguidores ansiosos (era la primera reunión del grupo tras su disolución oficial en 1986). Cuando tocaron One Step Beyond hicieron bailar y saltar tanto al público que provocaron, durante unos instantes, un terremoto de 4,5 en la escala de Richter. Tal es el poder del ska de una banda que, como se dice en Inglaterra, son tan famosos y queridos como la reina madre.
Este martes no provocaron otro terremoto, pero su actuación, lastrada a priori por un retraso de casi 40 minutos, acabó triunfante (más aún de lo esperable) porque el repertorio hubo de adelgazarse y únicamente dio tiempo a que sonasen los éxitos incontestables: la misma One Step Beyond que abrió el concierto, Baggy Trousers, It Must Be Love, House of Fun, etc. El marco era el ciclo Mallorca Rocks, que en su segunda edición sigue ofreciendo no sólo a artistas conocidísimos en Inglaterra, sino también de calibre mundial como Fatboy Slim, 2manydjs o Mark Ronson (a priori solamente accesibles en los grandes festivales), con el añadido impagable para el aficionado a la música que es lo reducido del aforo.
Por otro lado, es innegable que la edad impone su peaje: los líderes de Madness son ya cincuentones, y los más de 30 años seguidos de fiesta que llevan sobre el escenario –puntuales retiradas aparte– no pueden convertirse en eternos. No fue uno de esos conciertos que pueden verse de espaldas al escenario porque no sucede nada sobre éste, pero tampoco fue un espectáculo muy físico. La juerga no se resintió de ello, porque en el público no había asistentes, sino forofos entregados. Con la mayor cuota de mallorquines habida hasta ahora en los conciertos del Mallorca Rocks, la pista de baile en la que se convirtió el patio interior del hotel donde se celebran los conciertos tuvo la efervescencia esperable dentro siempre de los parámetros ya habituales: se nota que la seguridad es una de las prioridades de la organización. Dan margen a la intensidad y al desfogue, pero sin llegar a lo cafre.
Los elegantes señores en traje y corbata del escenario aportaron además otra de sus constantes: el sentido del humor. Hubo un amago de una versión del U Can't Touch This de MC Hammer, y la canción que cerró la velada fue la vitalista Always Look on the Bright Side of Life que el Monty Python Eric Idle escribió para La vida de Brian. No fue "la noche de vuestras vidas", como gritó el speaker tras el espectáculo, pero sí una noche encantadora.
    

MADNESS IS THE BEST!!!

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