Esta patata no es que sea un fan de las señoras que dan cariño a cambio de dinero, pero para los degustadores habituales de esos placeres os diré que Sankt Pauli es vuestro paraíso. Eso sí, hay que ir muy al loro con las señoritas porque es muy fácil ser estafado. Bueno, os explico un poco cómo funciona el tema. Hay varios tipos de prostitución:
1. La callejera. Imagino que todos imagináis a un montón de putillas yonkis que se le caen los piños al hacerte una felación, o a un montón de chicas de piel oscura diciendo "chupa diez",... No, amigos, nada que ver, las señoritas que ejercen tan noble y antiguo oficio en las calles de Sankt Pauli son dignas de ver. Muchas van vestidas de esquiadora y van rotando, o sea, cada cierto tiempo la segunda de la fila pasa a ser la primera, la primera la segunda y así sucesivamente. Así se aseguran que las vean a todas. Destacar también que en la prostitución callejera las señoritas estan separadas por nacionalidades, o mejor dicho, razas.
2. Luego están los prostíbulos gigantes. Son como un gran hotel lleno de habitaciones y las señoritas campan en ropa sugerente por los pasillos. Hay mucho donde elegir y de todas las nacionalidades.
3. Escaparates al más puro estilo Amsterdam. Hay una calle llena de escaparates donde unas auténticas modelos enseñan sus atributos, algunas disfrazadas de enfermeras, otras en plan sado,... un espectáculo para la vista y para el bolsillo porque os aseguro que los precios son desorbitados.
Aviso importante: hay que negociar e ir muy al loro porque el cliente negocia un precio, se va con la chica, pero la sorpresa es que la tía te empieza a pedir más pasta por lo que consideran suplementos (tocarle la tetilla, chupetear el pezoncillo, etc). Vamos, que si te dicen 50 euros, al final pagas 120. ¡Y ojo con protestar!, porque rápidamente te salen un par de gorilas que te invitan amablemente a abandonar el lugar y no es raro que salgas algo dolorido. Y os aseguro que no es por el casquete, no...
Esto en el arenal no pasa
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