BLOG DEDICADO A JAIME MARTORELL MIR




sábado, 5 de mayo de 2012

EXTREMA DERECHA

J. VIDAL VALICOURT
El auge de la extrema derecha en Europa puede deberse a muchos motivos, o más bien a muy pocos y muy claros. Ahora que tanto Sarkozy como Hollande están obligados a seducir a los votantes de Marine Le Pen, resulta curioso que justamente en este momento, cuando necesitan sus votos, sus discursos se amansen hasta la ternura cuando se refieren a ella. Dan algo de grima, para qué negarlo. Por lo visto, Hollande comprende "el voto de cólera y sufrimiento". Sarkozy, por su parte, casi se arrodilla para acabar diciendo que Marine Le Pen "es compatible con los valores republicanos". La apuesta de Le Pen es ambiciosa: pretende convertirse en la derecha francesa, desplazando al partido de Sarkoky hacia el centro, pero a su vez éste necesita los votos extremistas de la derecha para ganar las elecciones. Hollande espera que la izquierda más radical opte por él, aunque tampoco desprecia a los votantes de Le Pen quien, aunque parezca mentira, de algún modo desearía la victoria socialista. Lo cierto es que gran parte de la clase trabajadora, además de los agricultores y desempleados, alimentan el granero de la extrema derecha, una vez que han comprendido que la izquierda les ha olvidado. La socialdemocracia optó por una línea liberal y multiculturalista, obviando las urgencias y los dramas del obrero clásico, que todavía existe. No olvidemos tampoco que Marine Le Pen maneja con soltura y desparpajo y con trazo grueso un discurso de corte anticapitalista y crítico con el sistema financiero actual que estrangula a lo que ella denomina los olvidados, esa mayoría invisible, los triturados por un sistema financiero enloquecido y que representan tanto Sarkozy como Hollande. Discurso que, matizando muy poco, suscribiría un partidario de la extrema izquierda.
En fin, un comunista de la vieja guardia. Como es costumbre, los extremos vuelven a tocarse. Es sabido que el partido del Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, ha conquistado plazas que tradicionalmente eran patrimonio del PCF y del PS. Ella vende protección e identidad nacional y va directo al grano. Al grano del agricultor y de la identidad nacional. Un rechazo frontal a las políticas incubadas en Bruselas. Francia, antes que nada. Y esto ha tocado la fibra sensible de muchos franceses. Aunque, por otro lado, se trata de una extrema derecha que dribla por la izquierda a la propia izquierda. José Antonio Primo de Rivera también tenía una conciencia social muy acusada, que también firmaría casi a ciegas cualquier izquierdista de cajón. En cualquier caso, el declive de la clase obrera, digamos clásica, corre parejo a una cierta proletarización de la clase media que, harta de vivir asfixiada y temerosa de ver rebajado aún más su nivel de vida, se aferra a quien vende solidez, seguridad y protección. Simplicidad pura y, sobre todo, dura en tiempos cada vez más complejos. Y esa protección, parece ser, la ofrece una extrema derecha que persiste en unos valores que perdieron pie, por anticuados, y que ahora regresan como soporte ante la proximidad del abismo. Es un voto visceral que, no obstante, tiene sus razones. Un voto de rechazo que, sin duda, no solamente se practica en Francia, sino en varios países de la muy civilizada Europa. Si gana Hollande no será por que levante pasiones, más bien las diluye. Será por inercia y por el desgaste de Sarkozy. Fue Octavio Paz quien dijo que una crisis política es siempre una crisis moral. En efecto, la moral se encuentra en baja forma. Peor aún: por los suelos. Y Europa sólo está unida, precariamente unida, por una moneda que también está por los suelos. El malestar está muy extendido, y malestar es decir poco. El cabreo gana terreno, y ese voto de la cólera y el sufrimiento al que se refería Hollande no puede pasar desapercibido. No es suficiente, como suelen hacer la beata progresía y la pulcra derecha, con llevarse las manos a la cabeza y gritar que viene el lobo, cuando las manadas de lobos ya han bajado al valle y se están zampando el rebaño entero.
En estos tiempos, no es nada difícil volverse extremista o, dicho con mayor sinceridad: es fácil que el extremista que albergamos todos saque a relucir sus armas. A diestra y a siniestra. Al tanto, pues. Porque cuando los extremos ganan terreno es síntoma de que Europa tiene miedo. Mucho miedo. Y el miedo nos transforma en carne de cañón.

3 comentarios:

  1. Los nacionales debemos ser la esperanza y la solución de la clase trabajadora expoliada por el Capitalismo Internacional u el Izquierdismo apátrida y amoral.

    Queda un largo camino pero la lucha esta ahi:

    "SÓLO LOS RICOS PUEDEN PERMITIRSE EL LUJO DE NO TENER PATRIA"

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  2. Solo un minidebate, intentando ir para allá.

    Estos artículos también se aplicaban a Le Pen padre, que era mucho más ninguneado por la prensa y por el "pueblo" que le veía como un viejo facha... Eso sí, alcanzaba cifras que le acercaban a 15%. Ahora, Marine Le Pen, ha conseguido ir más allá. Pero el discurso no ha cambiado un apice. Esto sigue escalando, y más en los tiempos que corren.

    Se la considera que articula un discurso más elaborado que el señor que te hace gracia en el artículo de "Soy Raro" y no dice "llenar de bombas la frontera", pero todo responde al mismo patrón. Ala, también ha tenido la desventaja de que partía de Sarko. Chirac que era mucho más "centrado", cauteloso, quedabien hubiera propiciado un auge mayor de la niña. Seguro.

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  3. Como no he estado en Francia y no he seguido los debates ni nada de eso no puede opinar. Pero parece ser que hay una diferencia en el discurso de padre e hija
    http://infokrisis.blogia.com/2012/050701-marine-le-pen-ha-vencido.php
    Lo de Grecia me parece hasta lógico en un país donde se matan por fútbol, supongo que cada discurso está adaptado a los potenciales votantes.

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