HUELGA DE HUELGUISTAS

Ojalá todos los días fuesen huelga. Es la conclusión que saco de este 29-S. He trabajado la mitad que un día normal. Eso sí, no he notado nada raro, tal vez algo menos de circulación por las carreteras, pero todo abierto. Hasta los organismos oficiales. Una huelga en un país con tantos comercios en manos de chinos no resulta seria. Al final pasa lo de siempre. Sólo hacen huelga unos pocos privilegiados. Los que tienen un empleo en un banco, en una industria, en la administración, o en una gran empresa con una buena representación sindical detrás que les respalda. Los que tienen tropecientos días de asuntos propios, asuntos ajenos, interminables horas de merienda, permisos de paternidad de sobrinos, vacaciones,... huelgas por convenio. Pero los desgraciados de siempre, los que están verdaderamente puteados, los que nutren ese "nosesabemuybienquées" sector servicios en empresas de mierda "quenosesabemuybien" qué servicio prestan, los del martillo pilón que decía mi entrañable Mr Potato, los que se levantan a las cuatro de la madrugada, etc, etc, ésos no pueden permitirse ni hacer huelga. 

Por otro lado, una huelga así de tapadillo, de buen rollito con el Gobierno, que al fin y al cabo son compañeros y esperemos que no nos quiten la subvención, no va a ninguna parte. Porque el gran problema de los sindicatos, como dice una familiar galleta mía sindicalista, es que se empeñan en meterse en política. Y que se acostumbran a vivir de los presupuestos, añadiría yo.

http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2010/09/30/piquetes-hicieron-clientes/607152.html

Menos mal que en Barcelona quedan algunos que mantienen la verdadera lucha. Resulta reconfortante que haya algún lugar donde meter caña a la policía (por cierto, ¿a éstos no les han recortado el sueldo como al resto de funcionarios?, porque hay que ver qué bien hicieron su trabajo...) y, en definitva, desahogarse de la mierda que comemos día a día. Como en Grecia, como en los viejos tiempos del felipismo thatcherista, como en el fútbol de antes. Resulta reconfortante, sí. Aunque haya que disfrazarse de antifa.

A.M.A.B.